martes, 7 de marzo de 2017

8 de marzo, día de la mujer



Me llamo Jimena Tierra, aunque este no es mi nombre real. En la actualidad una mujer puede adoptar un pseudónimo para diferenciar su creatividad de otras actividades, como escudo protector o, simplemente, por mero capricho. Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Hubo una época en que las mujeres, para dar a conocer sus ideas, se veían obligadas a adoptar nombres masculinos con objeto de no crear suspicacias a su alrededor ya que, una mujer que pensase, era peligrosa. Por mencionar algunos ejemplos, es el caso de las hermanas Brönte, autoras de textos maravillosos como 'Cumbres Borrascosas' o 'Jane Eyre' (Acton, Currer y Ellis Bell), Cecillia Böhl de Faber (Fernán Caballero), escritora de la obra costumbrista 'La Gaviota' o Karen Blixen (Isak Dinesen), creadora de 'Memorias de África'.


Y, aunque la mujer ha avanzado bastante terreno, a pasos lentos y muy sacrificados, en el siglo XXI aún nos queda mucho camino por recorrer: de ciento trece Premios Nobel De Literatura que se han entregado en estos casi ciento veinte años transcurridos desde su nacimiento, únicamente catorce son las mujeres que lo han ganado (Gabriela Mistral, Pearl S. Buck, etc.); respecto a treinta y seis hombres a los que se ha otorgado el título de Doctor de la Iglesia, solamente cuatro mujeres lo han recibido (Santa Teresa de Jesús, entre otras); y, en la Real Academia Española, actualmente de cuarenta y cuatro miembros solo ocho académicas ocupan sus asientos (Clara Janés, Carmen Riera, etc.), habiendo dejando fuera a lo largo de la historia, a mi juicio, a ejemplos modélicos como María Moliner (su diccionario) o Emilia Pardo Bazán (Los Pazos de Ulloa).


Dejo esto a modo de reflexión.