No soy de los que dan
segundas oportunidades, y menos en esto. Si lo hiciera, seguramente habría una
tercera. Pero hay momentos en la vida en los que transigir no es una opción.
Fui transparente con ella. Se lo advertí. Le dije que, si no respetaba mis órdenes,
habría consecuencias. Llevaba varios días tentando mi sosiego. Nublando mis
ideas, como una ponzoña que actúa en la conciencia, lenta pero letal. Y aunque
he de reconocer que, en alguna ocasión, he sucumbido a su antojo —no sin cierto
remordimiento—, ahora es diferente. Ahora conozco el verdadero amor. Daba igual
que estuviera o no de acuerdo conmigo. A mí no se me lleva la contraria. Mucho
menos, golpeando a la mujer que quiero. Por eso, cogí el martillo, y la machaqué.
—No estoy seguro de que podamos salvar la
mano.
—Lo sé, doctor, y no me importa. Esta parte
de mi cuerpo no me pertenece.
#historiasdeamor