martes, 30 de mayo de 2017

Hoy charlamos con... SERGIO RODRÍGUEZ



Sergio Rodríguez, periodista formado en el instituto E.S. Viana Do Bolo (Ourense), instituto las Lagunas, Ourense, y en la facultad de Ciencias De La Información (comunicación) en Universidad Complutense De Madrid. Ha trabajado como redactor en RNE, Cadena Ser y, desde hace 23 años, trabaja en Onda Madrid - Telemadrid. Desde hace dos años, realiza un resumen diario en pareados libres del programa de la radio. En 1984 publicó la novela "Pasos", Finalista del Premio Sésamo de novela.

Melómano empedernido, irónico e ingenioso, lector infatigable, perfeccionista del lenguaje y amante de su tierra. Ha publicado relatos preciosos, dotados de un dominio de la narración nostálgica y realista, como El árbol de los lobos, El perro clasista o Dos mujeres y un callejón.
Un buen hombre, buen romancero y buen amigo.
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¿Cuándo supo que quería escribir? ¿Recuerda lo primero que escribió? ¿Qué edad tenía?


Creo que en la primera adolescencia, a eso de los 14 años. No tiene mérito decir que a esa edad escribía poemas porque todo el mundo lo hace, se tenga uso de razón o de sinrazón. Empecé a escribir una cosa autobiográfica y simbólica, novelesca, y a la vez un ensayo de política porque había empezado a leer cosas de política y sociología (sobre todo marxistas, leninistas, anarquista…revistas que me pasaba un amiguete mayor que yo y que ya estaba en Madrid, es decir en la vanguardia obrera y estudiantil, como: “El Viejo topo” o el “Ajo blanco”) y pensaba que iba a cambiar el mundo lo cual no sé si tenía mérito o era una temeridad. Ahora ya sé que era una temeridad. Es lo que tiene hacerse mayor.

¿Qué lee usted?

Leo, sobre todo, prosa. Siempre he sido muy prosaico, sí. Sobre todo novela. En poesía tengo mi mesa lirica con cuatro patas fundamentales: Cernuda, Machado (Antonio), Blas de Otero y Miguel Hernández. Y que me perdonen esos poetas por llamarles patas. Sobre esa mesa voy poniendo, de vez en cuando a otros que no tengan muy mala pata.

¿Qué libro le gustaría haber escrito, pero se le adelantaron?

Se me adelantó Gabriel Garcia Márquez con “El amor en los tiempos del cólera”. Yo tenía la opción de escribir “El amor en los tiempos del asma”, que sufrí y me marcó mucho durante la infancia, pero ya no me atreví.

Desde su punto de vista, ¿qué carencias tiene el periodismo contemporáneo? ¿Y la literatura contemporánea?

El periodismo contemporáneo casi ya no existe. Hay un periodismo de declaraciones y contradeclaraciones, de “canutazos”….Del escándalo efímero y acumulativo. El periodismo superficial es lo que impera y el periodismo de propaganda, correa de transmisión, creado por clanes políticos y empresariales. El periodismo de investigación se ha ido sustituyendo por el periodismo de la filtración interesada. Abomino del oficio ya.

Y la literatura se ha banalizado. Hoy ya hay más escritores que lectores. Hoy todo el mundo escribe y nadie lee. Es el reflejo de que el mundo está al revés.

¿Recuerda lo más difícil que ha tenido que narrar, como periodista o escritor?

De los hecho más duros, la caída de la marquesina del “Cine Bilbao”, por ejemplo, con personas muertas a mi lado y transmitiendo la crónica. Un obrero muerto en accidente laboral…Mi época de reportero.

En lo literario tuve una época en que ideé una especie de venganza literaria al narrar un asesinato que ocurrió en mi familia paterna. Sabía que los asesinos aún vivían y no habían pagado convenientemente por su crimen (como ahora), quería hacer algo…Y la historia está a medio acabar en el cajón.

¿Hay diferencias hay entre el periodista y el escritor?

Las diferencias entre el periodismo están claras. Los periodistas, sobre todo los jóvenes, no saben escribir ni saben hablar. Yo todos los días me pillo un cabreo o varios viendo los telediarios. Los becarios que llegan a la Redacción cada vez son más incultos. No conocen la Historia. No conocen ni la Historia más reciente, la de la Transición. Podría escribir muchas anécdotas reveladoras. Vamos, como decía alguien, con su ignorancia se podría volver a escribir un Espasa.

Si no hubiera sido Sergio Rodríguez, ¿quién le hubiese gustado ser?

Me hubiera gustado ser un autor de éxito, claro, a quien no, aunque no uno cualquiera sino uno de calidad probada pero están ya casi todos muertos o muy viejos. Y yo sigo vivo. Saramago me parece un ejemplo perfecto de compromiso y calidad literaria. Decía el pedante de Borges que la escritura es una actividad subsidiaria de la lectura. Dijo otras tonterías y barbaridades, como cuando le preguntaron por los desaparecidos de Argentina (“esteeee, Creo que se están comiendo a los caníbales”) pero en esto tenía razón.

¿Qué significa para usted la literatura?

El viejo debate entre ética y estética. Yo creo que el autor debe tener un referente ético en lo que escribe. Estamos para hacer un mundo mejor o mejorable, no para regodearnos en el mal. Dicho esto, hay que diferenciar entre el autor, el hombre, y el autor propiamente dicho. El ejemplo más elocuente, o anti ejemplo, es Rousseau, que predicaba la bondad del ser humano y hacia todo lo contrario: se deshizo de todos sus hijos, a los que dio en adopción y de los que no quiso saber nada.

¿Qué opina del papel que ocupa la mujer dentro de la literatura? ¿Y del papel que ocupa el Estado?

El papel de la mujer en la literatura. Tiene un momento magnifico. Y en el mundo laboral, también si no matizamos demasiado. En mi trabajo hay mayoría de mujeres. Otra cuestión es el trabajo no especializado, el precario. Y no sé si la pregunta a su papel en el Estado o al papel del Estado en la sociedad, que ha ido disminuyendo este estado de cosas de liberalismo bancario salvaje. El Estado debe ser un ente cada vez más fuerte para equilibrar los desmanes de los poderes económicos, que le han ido ganando terreno. Debe ser garante de la igualdad social y árbitro de los distintos intereses

Para que exista precisamente el estado de Derecho y no la selva del más fuerte.

¿Por qué se lee cada vez menos? ¿Cómo motivaría a los jóvenes para que leyesen más?

Se lee poco porque la lectura y la cultura en general suponen un esfuerzo. Hacer ver que ese esfuerzo merece la pena es la tarea ineludible hacia los jóvenes. Pero está la tecnología abrumadora, absurda, las redes sociales que los hipnotizan…A mi hijo, por ejemplo, se le pasó la época de leer a Julio Verne, Salgari, Hermann Hess…que hay que leer a una edad determinada, creo.

La lectura es cultura y la cultura es valor personal. Eso es lo que hay que hacerles entender.

Muchas gracias por su participación en el blog cultural El invierno de las letras. Le deseamos éxito en su trayectoria.