sábado, 4 de febrero de 2017

El manipulador de sueños, de Eduardo S. Aznar



Hace unos días acabé de leer una novela diferente, de un género al que no me había enfrentado hasta el momento: la distopía. La RAE define esta palabra como «la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana». Y es aquí donde entra El manipulador de sueños, una verdadera historia de terror abordada con maestría desde el punto de vista de la ciencia ficción.


En El manipulador de sueños no hay espectros fantasmales, ritos satánicos o asesinatos. Sin embargo, el hecho de sobrevivir en un Estado que controla la vida en todos sus aspectos, desde las emociones, los deseos o los propios sueños, es una sensación asfixiante y pavorosa. En paralelo, se trata de una idea ficticia y futurista que ofrece una puesta en escena novedosa y apasionante, de minuciosas descripciones y cuidados detalles que, incluso, introducen vocabulario adaptado a la época.

Una trama que invita a reflexionar al lector, enfrentándole duramente a un espejo y animándole a cambiar el rumbo. A no conformarse con lo que le viene dado. A luchar por valores inherentes a la realización del ser humano, como son la intimidad o la libertad. Sánchez Aznar se sirve de conceptos como la maternidad, el endeudamiento o la cultura para describir una sociedad futura fantástica, fruto de la imaginación del autor y, al mismo tiempo, peligrosamente factible.


A través de sus quinientas páginas, muchas son las preguntas que me han abordado al inmiscuirme en esta lectura sin ornamentos y de gran profundidad. Afortunadamente, he contado con la colaboración del propio autor, Eduardo Sánchez Aznar, para responderlas.

Una novela totalmente recomendable, que durante estos días se podrá adquirir en Espacio Ulises en 2x1.

1 – En el supuesto de que existiera un programa de sueños a la carta, ¿cuál sería el tuyo?

Visto desde el presente, rechazaría el programa de sueños a la carta. Mis sueños muchas veces me dicen cosas sobre mí que incluso yo ignoro, cosas sobre las que no soy consciente de haber puesto la lupa, o reflexionado, pero sobre las que sin duda he pensado –o sentido- algo importante, datos fundamentales que creí haber pasado por alto.

Además de la última frontera de la libertad, creo que son una especie de copia de seguridad de sentimientos o pensamientos que han sido borrados (voluntariamente o no, por el paso del tiempo, p.ej) de la mente.

2 - ¿Dónde se proyecta el álter ego del autor en Fernando?

En su amor por el confort, sin duda, en su pereza vital. Y en la desazón continua, que se manifiesta a veces en lo sueños y a veces con la mente en blanco, en forma de tirones de angustia por el tiempo o las oportunidades perdidas, transcurridas o a medio perder o transcurrir.

En sus dudas, también. En su miedo, desde luego.

3 - ¿Es importante salirse del camino para sentirse vivo?
Es fundamental, irrenunciable para un ser humano. Nuestro primerísimo y simpático antepasado debía de ser muy feliz en los árboles, comiendo fruta. Pero empezó (empezamos) a ser hombres cuando bajó de las ramas, cuando luego se puso de pie, cuando empezó a tallar la piedra…

Ser hombre es estar vivo, y estar vivo es salirse del camino. Continuamente. Vencer las dudas, el miedo, el gusto por el confort. O, al menos, como hace Fernando, enfrentarse a todo eso.

4 - ¿Has escrito más historias de ciencia ficción? ¿Te sientes cómodo en algún otro género?

He escrito historias (cuentos) de todo tipo. Me siento tan cómodo en el realismo, del XIX y de la posguerra, en el realismo social, como en el género fantástico o la ciencia ficción. Pero —una vez más— trato de salirme del camino, de huir de los géneros, de transgredir las fronteras.

5 - ¿Nuestra sociedad actual está abocada al desenlace de la distopía que presentas en la novela? ¿Ya tenemos síntomas de esa enfermedad?

Síntomas tenemos mucho. He querido mirar el presente con una lente telescópica inversa, que permita al lector ver esta realidad dentro de cuarenta o cincuenta años. Los síntomas están todos: la deshumanización de las relaciones, incluso, sobre todo, las de familia; la levedad de la política, el enfoque de esta como espectáculo y al mismo tiempo la polarización en los extremos; el aislamiento del ser humanos; la crisis de un sistema económico que solo puede reproducir el círculo expansión-depresión; la renuncia a la libertad, asumida de un modo fatalista, como inevitable, a cambio de incrementar ese confort dulzón y anestésico.

Tenemos que recuperar el contacto humano en las relaciones, la identidad de la familia como una de las células potencialmente constructoras de la sociedad. Recobrar la confianza en la política; participar más, mucho más e implicarse más allá de ir o no a votar una vez cada cuatro años; no renunciar a representantes conscientes de su responsabilidad y de su ejemplaridad; huir, como principio, de todo extremismo que imposibilita que el diálogo fructifique en las necesarias políticas económicas, sociales, educativas.

Nada de eso es posible sin implicarse, sin bajar a la arena de los asuntos públicos —que nos pertenecen y obligan igual que los privados—. Sin asumir fatiga, sinsabores. Sin esfuerzo. Sin renuncias. Sin dolor, seguramente. Sin lucha, inexcusablemente.

Pero lo contrario es ComerOcio, es un montón de realidades virtuales donde se diluye la verdad del hombre.

6 - ¿Cómo nace la idea y cómo se construye la historia? ¿Estaba predeterminada de inicio o los personajes cobraron vida tomando decisiones propias con independencia del criterio del autor?

La idea llevaba tiempo en mi cabeza, impulsada, urgida por la crisis económica y social cuyos efectos se manifiestan en España a finales de la década anterior: la quiebra económica de Grecia, las dificultades en Italia y la propia España, la primavera árabe, el 15 M en España, el cambio de ciclo político, etc. Todo eso ocurría mientras yo trabajaba en la novela, y muchas de esos episodios influían e inspiraban adiciones al proyecto inicial. Por eso digo siempre que la novela —como todas, como la literatura en general— es hija de su tiempo. Como además, el proyecto se alargó durante cuatro años (entre 2011 y 2015), el manuscrito estuvo vivo, mutando e incorporando subtramas, elementos y personajes hasta el último proceso de reescritura.

Es cierto que los personajes me han sorprendido. He tratado de mantener el control sobre ellos, pero no siempre ha podido. A algunos les ha pasado como a mí, o como creo que le sucede al lector: que ha cambiado netamente, que ya no son los mismos en la primera página que en la última.

7 - ¿Por qué es importante en una sociedad atrofiada la desincentivación de la lectura o la música?

Cualquier actividad que se hace a solas, invita a la reflexión. La lectura es un acto solitario y también la música, aunque puedan compartirse y con eso enriquecer la reflexión. Eso se lleva mal con un mundo que pretende el totalitarismo por anestesia, por renuncia de la persona. Si la personal reflexiona, es más, sin realiza cualquier acto por ella misma, sin indicación ni adoctrinamiento, antes o después comenzará a hacerse preguntas, a ser crítica. A convertirse en un inconveniente para la extensión del pensamiento o la doctrina únicos.

8 - ¿No es más feliz el más ignorante, el que lo tiene todo hecho, el que no tiene que pensar en nada?

Está más tranquilo, vive de un modo más confortable, más “blando”. Pero la felicidad debe, o debe de ser, porque no lo sé muy bien, otra cosa.

9 - ¿Cuál ha sido la escena más difícil de narrar?

No tiene escenarios complicados, ni tramas o subtramas demasiado truculentas que exijan muchas piruetas. Todo sucede de forma bastante normal, aun cuando hay secuencias que despliegan un torrente de emociones, sobre todo en ciertos encuentros entre Laura y Fernando.

Dudé con el principio, porque me interesaba plantear el conflicto de forma conjunta con la exposición de mundo de ficción de los años 60 de este siglo. Pero estoy muy contento con el resultado final del capítulo I, “La casa”.

10 – Entonces... ¿el amor no es lo que hace girar el mundo?

En astronomía, el mundo tiene dos tipos de movimiento, rotación y traslación… El mundo, tal y como lo concebimos, es mucho más caótico que nuestro ordenado planeta. Existen muchas fuerzas, muchas energías que suman… y otras que restan. El amor es una de las primeras, sin duda. Pero no hay que perder de vista las otras fuerzas que restan. Y tampoco que dentro del amor coexisten, aunque sea en paralelo, muchos sentimientos. Fernando ama y es amado, también Laura… pero no son los únicos. En el Manipulador, el amor es un polígono con muchas caras, no solo un triángulo, o varios. Más bien como un icosaedro.