viernes, 22 de agosto de 2014

Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza

"En Barcelona llueve como el Ayuntamiento actúa: pocas veces, pero a lo bestia." Así comienza la genuina y desternillante historia del alienígena Gurb que, para aparentar un ser humano como otro cualquiera en el planeta Tierra y, más concretamente, en la ciudad condal, escogerá la figura de la cantante Marta Sánchez como la primera de una serie de celebridades en las que transformarse. Gurb se ha perdido en un lugar desconocido para él y al que tratará de adaptarse durante el tiempo que tarde en regresar a lugar natal, lo que le servirá de trampolín al escritor Eduardo Mendoza para desarrollar en clave de humor el panorama social de la capital catalana ubicando a tan sátiro personaje. El narrador del relato, en cambio, no es Gurb, sino otro extraterrestre que ha adquirido la imagen del Conde Duque de Olivares para salir en búsqueda (y no captura) del primero y devolverle a la nave.


La novela, publicada en 1991 por una de mis editoriales favoritas (no por casualidad, sino por acoger a muchos autores que no dejan de fascinarme), Seix Barral, ha sido recomendada en colegios e institutos por su cercanía con el lector y su capacidad de extraerle una sonrisa con misma la facilidad con que lo hace en el asombroso viaje de Pomponio Flato,el Misterio de la cripta embrujada o la aventura del Tocador de Señoras. Sin embargo, no sólo no ha pasado de moda en el 2014, sino que podría ser extrapolada sin dificultad a cualquier adulto que desee pasar un rato agradable "alejado del mundanal ruido" que mentaba Fray Luis de León.

A pesar de haber sido traducida en cinco idiomas, esta lectura no ha sido especialmente galardonada. Pero eso no nos importa en esta ocasión, ya que es uno de esos libros que dejan un refrescante aliento en la boca expuestos con la genialidad y talento de un maestro. El autor de pilares en la literatura española contemporánea como La verdad sobre el caso Savolta (Premio Crítica 1975), la Ciudad de los Prodigios ( Premio Ciudad de Barcelona 1987 y finalista Premio Medicis 1988) y la reciente Riña de Gatos. Madrid 1936 (Premio Planeta 2010) escribiendo Sin noticias de Gurb a través de su Cataluña natal, huye de los mecanismos de expresión tradicionalmente estructurados escogiendo un experimento de redacción a partir de perspectiva paradójica que supone un claro fomento y estimulación a la lectura de jóvenes y no tan jóvenes.

Lectura entrañable, sencilla, ligera y plenamente recomendable para una tarde de agosto, con el alquitrán del asfalto derritiendo las suelas de goma. En especial, para aquellos que a pesar de la gran bola de fuego que flota en el firmamento, aparentemente eterna e indestructible, no consiguen verla y viven en la sombra: tal vez, aunque no les abrase, les anime a disfrutar de un texto placentero y cómico.

jueves, 14 de agosto de 2014

Oh captain, my captain!



Aún recuerdo la sensación que tuve, allá por 1990, cuando me topé con el profesor Keating enseñando literatura a sus alumnos del mismo modo que previamente el profesor Dingle había impartido música en la película Es grande ser joven. Eran tiempos extraños y razonables en los que los formadores eran respetados y admirados por sus estudiantes, en los que los valores eran más importantes que el capital y en los que los individuos importaban más que la burocracia. Tiempos en los que los adolescentes se revolucionaban con claveles y panfletos, eran expulsados de los colegios por proteger a sus maestros (en lugar de por vejarlos), y los profesores tenían vocación por enseñar algo más que la especialidad de su asignatura.



La necesidad de arrancar páginas que tratan de analizar la lírica como una fórmula matemática cuantificable, la apología de la amistad, el descubrimiento del amor, la supervivencia a la muerte y la necesidad de ser uno mismo por encima de las expectativas sociales fueron cuantiosos enigmas que el director cinematográfico Peter Weir incluyó como un agridulce cóctel en el nostálgico Club de los poetas muertos que obtuvo Óscar al mejor guión cinematográfico. El film fue protagonizado por un histriónico actor que, según pensaba, en no muchas ocasiones obtuvo papeles dignos de su categoría, Robin Williams, acompañado de jóvenes promesas posteriormente reconocidas como Ethan Hawke (saga de cine indie Antes del amanecer) o Neil Perry (compañero del doctor House).


Dead poets society nos despertó el sueño latente de aprovechar cada instante a ritmo de gaita dentro un universo tan incómodo como un zapato que roza, a través de una escuela privada, elitista, masculina y restrictiva de toda creatividad ajena al contenido allí impartido. Un carpe diem simbólico y eternamente recurrente por afines y profanos, capaz de traspasar la frontera del celuloide tocando la sensibilidad de los espectadores y evitando no sólo que al finalizar la película quedaran indiferentes, sino invitándoles a rozar inevitablemente el cielo con las yemas de los dedos.



En esta ocasión no fue el libro quien inspiró la película, como suele ocurrir en la mayoría de los casos. No obstante, sentí el irrefrenable impulso de hacerme con la edición española y la escrita en versión original. Esta última impregnada con el característico aroma a papel usado y todos los recuerdos que sobre él pesan.

Lamentablemente, esta semana de agosto hemos amanecido con una nueva maldición del payaso: Robin Williams ha muerto y, según las fuentes mediáticas, se ha suicidado. El alma de éxitos como Hook, La señora Doubtfire, Jumanji y El Indomable Will Hunting, según dicen algunosno ha podido soportar su adicción a las drogas y la depresión que le ocasionaba su enfermedad de parkinson. Otros, simplemente, consideran que la presión de Hollywood, tal y como le ocurrió recientemente al oscarizado Philip Seymour Hoffman (Capote) ha superado su ambición existencial.

Pensándolo bien. Salvo excepciones, estamos ante tiempos extraños (pero no tan razonables) en los que quienes se quitan la vida habitualmente son los que más tienen (Heath Ledger, Amy Whinehouse) y quienes ansían seguir luchando apenas tienen medios. Tiempos en los que, a pesar de acechar la muerte en cada esquina, carpe diem aparenta un eslogan exclusivo de un guión cinematográfico porque sólo un puñado tiene la facilidad de aprovechar el momento sin esfuerzo. La mayoría ha de ganárselo.

jueves, 7 de agosto de 2014

La pandemia de la ceguera

Un ciego y sus ansias de luz,
Erminio Blotta.

Ya en 1912 Unamuno plasmó en El sentimiento trágico de la vida su opinión acerca de que el ser humano, puesto que está condenado a la muerte desde que nace (dejando a un lado la apocatástasis del pensador que sobrepasaría los caracteres de cualquier blog), no es un ser vivo destinado a su fin sino un ente muerto con vida propia. Una mutación menos escatológica pero con el mismo planteamiento que Walking dead, para los denominados Serial lovers. Posteriormente, en una idea paralela, en 1995 el maestro literario portugués José Saramago escribió su retador y difícilmente legible Ensayo sobre la ceguera arguyendo que: "no nos quedamos ciegos, somos ciegos que ven; ciegos que, viendo, no ven".

La filosofía de no ser conscientes de aquello que nos rodea porque nuestros propios ojos son límites en lugar de puertas al mundo exterior fue tan interesante como innovadora. Tanto, que posteriormente el argumento sería inmortalizado en la gran pantalla (2008) por el director Fernando Meirelles con el título Blindness (A ciegas), de la mano de actores cualitativos de la talla de Julianne Moore (mujer del doctor), Mark Ruffalo (doctor), Gael García Bernal (el rey del Ala Tres) o Danny Glover (hombre del parche negro).

Saramago trataba en su manuscrito de poner de manifiesto una sociedad podrida y desencajada cuyos instintos más bajos emergen de una epidemia de ceguera que afecta indiscriminadamente con independencia de sexo, religión y raza y una sola excepción: la mujer de un médico, narradora omnisciente de la historia. Una pandemia que, al más puro estilo del lamentablemente contemporáneo Ébola -y a diferencia de su inevitable mortalidad-, se transmite por el aire y cuyo síntoma definitorio es llorar una especie de leche blanca. Al provocar un temor a morir tan expansivo como el virus y no menos cruel, el Gobierno decide aislar en una prisión a cuantos se ven afectados con ánimo de establecer una cuarentena en aras de la bien conocida por todos Seguridad Nacional. Seguridad que necesariamente justifica los daños colaterales planteados. De este modo, el hilo conductor no será otro que la lucha por la supervivencia en la cárcel en la que están hacinados sin condiciones higiénicas ni alimentarias, constituyendo una metáfora de la sociedad actual que sirve de bandera al refrán "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey".


- Soy del tamaño de lo que veo.
- ¿Qué quieres decir, abuelo?
- Te miro sin saber si veo.

Enrique Vila Matas, Extraña forma de vida.

Corren tiempos difíciles en los que, como decía Bukowski, la única diferencia entre una dictadura y una democracia es que en la segunda se establece un proceso electoral. El visionario escritor fallecido en el 2010, a través de personajes sin nombres que nos acompañan en una lectura ardua no sólo por su compleja ortotipografía sino por el profundo mensaje que conlleva, expone la constitución de un nuevo Poder jerárquico y dictatorial dentro del propio recinto en el que están aislados. Lo que hay afuera no importa porque ellos no importan. Las afueras no existen. Las afueras forman parte de la nada. (La OMS pasa a considerar el ébola como emergencia sanitaria internacional).



Dicen las malas lenguas, a raíz de la película Estallido que sirvió de presentación mundial al virus del Ébola en 1995, que las farmacéuticas se están frotando las manos porque son quienes han lanzado el problema e, incentivadas por abismales intereses económicos ajenos a toda ética y moral, van a lanzar la solución. Fernando Meirelles fue galardonado por películas como Ciudad de Dios o El Jardinero Fiel y resulta casual que el argumento de este último film se centre en ensayos ilegales que hacen las empresas farmacéuticas sobre niños nigerianos.

«Sabemos que es un virus que no tiene tratamiento ni vacuna, pero contraer esta fiebre hemorrágica no es una condena a muerte. Hay luchadores que superan el Ébola, dejan atrás el estigma y regresan a la vida normal.» Diario 20 minutos (2012).

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Hace poco pregunté en mi gasolinera habitual por la opinión que les merecía el Ébola y me contestaron preguntándome que si era un personaje de Sálvame Delux. No es más preocupante una infección mundial viral que el virus de desmotivación intelectual por el que estamos infectados y que no hace otra cosa que facilitar a los Poderes Públicos que nos manejen como a reses numéricas en lugar de seres humanos. En la actualidad política las decisiones no se toman por amor, ética o religión. Se adoptan por dinero. (Alerta digital, 2014)

Supongo que no se trata de negociar con términos bien definidos en la RAE como compasión, repatriación o cobardía. La pregunta objetiva y transparente es si está preparada la Comunidad de Madrid para atender casos de epidemias y enfermedades emergentes cuando ni siquiera se adapta a un día de lluvia sin que los accidentes de tráfico se multipliquen. La Comunidad de Madrid. España. Europa. El mundo. Una cuestión que aún está por responder.

«El caso de Pajares es importante y grave, aunque no es una crisis ni muchísimo menos. Debería servir para que los ministerios y las comunidades demuestren que pueden trabajar juntos, y no para escenificar sus errores de comunicación. Después del aceite de colza, la gripe A, las vacas locas y otras alertas, ya deberían saber que la información adecuada es una herramienta sanitaria crucial.» Diario El País.

El miedo es el derecho de quienes tienen algo que perder. Ciegos o no la polémica está servida y ahora, más que nunca, las visiones hemos de dejárselas a Nostradamus y las consecuencias al tiempo. Decía Nicolás Maquiavelo en su tratado El príncipe que "el fin justifica los medios". La Ciencia apunta a que la metástasis destruye y que, en ocasiones, es necesario mutilar. Por mucho que se sufra la pérdida del miembro. Esto no es una hipótesis empírica, sino un hecho. Si los científicos se guiasen exclusivamente por la compasión, la repatriación o la cobardía sin atender a la razón, seguramente no podrían ejercer como tales. El problema es que, para bien o para mal, la mayoría somos de letras. O de Sálvame Delux.


viernes, 1 de agosto de 2014

Extraña forma de vida, de Enrique Vila-Matas

Allá en el 2003 tuve la oportunidad de conocer a una de las grandes genialidades literarias de nuestro país, Enrique Vila-Matas, a través de una magnífica novela de lucidez e ironía paradójicas: El mal de Montano. El autor que arguye frases como que "la literatura me ha permitido comprender la vida;precisamente por ello, me deja fuera de ella", en esta novela presenta a una persona que sufre la enfermedad de la literatura por encima de los falsos escritores (retornando a la idea ilustrada de Fernández de Moratín en su Comedia Nueva o el Café, donde nos recuerda que la ambición de muchos escritores buscan la fama y la gloria por encima de la calidad literaria o el propio Cadalso con Los eruditos a la violeta, en base a aquéllos que se vanaglorian de ejercer alta literatura sin tener apenas formación).
No en vano, Vila-Matas dibuja "un suburbio al que llaman España, donde se jalea una especia de realismo castizo del siglo XIX y donde para una gran parte de los críticos ylos lectores lo normal es el desprecio por el pensamiento", y continúa "los españoles son esa clase de gente que se cree que por repetir una y otra vez la misma cosa al final acaba siendo verdad" (idea basada en Goebbles, ministro de propaganda de Hitler).
Os dejo aquí una fantástica entrevista realizada al autor en Café con Shandy y me dispongo a hablaros de este extraordinario autor y su Extraña forma de vida.

Enrique Vila-Matas es un barcelonés nacido el 31 de marzo de 1948. Dice Nabokov (y al que Vila-Matas cita al definir su autobiografía) que "la mejor parte de la biografía de un escritor no es la crónica de sus aventuras, sino la historia de su estilo". Dice de sí mismo el autor "Soy un lector que indaga en el mundo de los blogs y que a veces construye breves catálogos, listas de lugares a los que un día poder volver." Estudió periodismo y derecho y en sus inicios trabajó como actor en siete películas catalanas censuradas por el régimen franquista, así como director de un par de cortometrajes titulados Todos los jóvenes tristes y Fin de verano, relativos a la desesperación  la destrucción de la familia burguesa respectivamente.
"Puesto a elegir entre el amor eterno y la sexualidad,
era mejor quedarse con lo primero,
pues era más confortable y duradero". Extraña forma de vida.
Es autor de más de treinta obras narrativas que incluyen ensayos y novelas de impecable estilo literario, traducidas a más de treinta y dos idiomas y distinguidas con más de veinte premios como el Herralde (2002, por El mal de Montano), el Rómulo Gallegos (2001, por El viaje vertical) o el Internacional Mondello (2009, por Doctor Pasavento).
Vila-Matas es, como el protagonista Montano, un enfermo de literatura. Allá donde escriba va dejando un prolijo rastro de quienes él considera modélicos e incluso no tan conocidos escritores, muchos de los cuales reconozco que han influido en las entradas de este blog . De hecho, en su web incluye los textos que alguien de su categoría literaria recomienda por escrito y entre los que se incluyen, por ejemplo, el de Cortázar Otra máquina soltera.
La lectura de Vila-Matas no es sencilla. Presentando un estilo genuino, irónico e intimista, alejado de todo dogmatismo, introduce en nuestras vidas a sus personajes (generalmente a través de una narración en primera persona) contándonos cuál es el sentido que dota su existencia. En Doctor Pasavento habla de la dificultad de no ser nadie y, en Extraña Forma de Vida, de las relaciones endogámicas que existen entre el espionaje y la escritura.
Cuenta el autor que encontró el título en un aeropuerto de Lisboa y que, escribiéndolo, acabó transformándose en  "una especie de Fernando Pessoa del barrio de Gràcia de Barcelona". Extraña forma de vida nos presenta a un escritor de nariz grande al que llaman Cyrano (maravillosa obra de Edmond Rostand) dividido entre dos amores (Rosita y Carmina) y entre dos formas de vida, que se dispone a ofrecer una conferencia sobre la estructura mítica del héroe. Mientras va estudiando cómo enfocar el tema en cuestión se dedica a espiar a sus vecinos y le van surgiendo una serie de anécdotas que influyen de algún modo en la novela en que está trabajando y en la preparación de la exposición que va a impartir al tiempo en que retorna a la idea original: la elección entre su relación con su amante Rosita y la hermana de ella: su mujer Carmina.

En el amor hay dos clases de constancia:
una nace de la cobardía, de nuestro temor
a la soledad o a la aventura; la otra se debe a que nos
enorgullece ser constantes. Manuel Da Cunha, El espía
de la calle Lisboa.
"Encendió la radio, como todas las mañanas, y tras dos insulsas canciones sonó, como una lágrima olvidada y con íntima violencia para mí, una canción que me traía muchos recuerdos, "Extraña forma de vida".

En una literatura resumida en 140 páginas Vila-Matas lanza el profundo mensaje de que "La vida es demasiado breve como para vivir el número suficiente de experiencias, es necesario robarlas". En este componente existencial se entrecruzan sentimientos como la necesidad de compañía y la soledad del personaje o su relación paterno-filial con Bruno, el niño horrendo cuasi autista.

La edición que he escogido es Debolsillo Contemporánea por su relación calidad-precio, a pesar de que, he de reconocer, que le falta un prólogo extenso sobre la obra de tan eminente escritor. Sea cual fuere, es un relato que no debe faltar en vuestra colección.