miércoles, 17 de septiembre de 2014

Test literario

Desde hace algunos meses leo un blog literario llamado Hoja en Blanco. No suelo seguir demasiados a falta de tiempo y mis elevadas expectativas, pero éste me resulta, cuando menos, enigmático. Somos lo que leemos. A partir de nuestras lecturas nos damos a conocer a los demás. Personalmente, se me muestra vacía una casa sin libros. En sus últimas entradas responde a un test literario en el que me tomo la libertad de participar, animando a hacerlo a aquéllos que así lo deseen.

1. Los últimos libros leídos: había empezado por recomendaciones ajenas "La historiadora", de E. Kostova. No suelen atraparme las sagas familiares y parece verse abocado a ello entre ajos y mordiscos, así que es un misterio si lo acabaré o no.

2. Libros que cambiarán mi forma de pensar: "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera, del que tengo una reseña escrita en ihistoriarte respecto al mito del eterno retorno.

3. Los últimos libros que me hicieron llorar: recuerdo con especial cariño "Señora de rojo sobre fondo gris", de Miguel Delibes, y coincido plenamente con Isaac Belmar, autor del blog que mencionaba previamente, en que también lloro cuando veo a Belén Esteban en los top sellers.

4. Los últimos libros que me hicieron reír: Tom Sharpe siempre me ha atraído por su humor hilarante, pero sin duda Eduardo Mendoza y "Sin noticias de Gurb" (entre sus muchas historias) es por quien me decanto. Una sonrisa leve para "Yo fui a EGB" por lo que el recuerdo le supone.

5. Libros prestados que no me han devuelto: no dejo libros que me interesen y sepa que no me van a ser devueltos. Si ocurriese, preferiría darlos por perdidos -en lugar de agonizar por su regreso- y comprármelos de nuevo.

6. Un libro prestado que no haya devuelto: me gusta subrayar los libros, anotar a pie de página, escribir mis impresiones, criticar vocabulario que yo no hubiese empleado, reiteraciones o cacofonías, por lo que no tengo libros que no sean míos. Abogo por el concepto de propiedad literaria. Si un libro me interesa, sólo lo pido prestado si lo  puedo devolver. Si no, me lo compro.

7. Un libro que volvería a leer: todos los de Miguel Delibes, puesto que no sólo el trasfondo es importante, sino la cantidad de vocabulario que se puede extraer de ellos. También releería "Los enamoramientos", de Marías.

8. Un libro para regalar a ciegas: ¡imposible! Los libros son como los perfumes, personales e intransferibles. Tengo familiares a quienes regalaría libros sobre la biografía de Miguel Hernández y otros que serían felices con las hazañas de Manolete.

9. Un libro que me sorprendió para bien: "Entre limones", de Chris Stewart. Historia de un optimista.

10. Uno de los primeros libros que leí en la escuela: "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, con quien mi profesor confundió con la Biblia. También recuerdo "Edad prohibida", de Torcuato Luca de Tena.

11. Un libro que robé: no hurto libros, pero sí que os ruego cuando voy a casas ajenas y veo alguno que me interesa y que está olvidado por sus dueños. Suelo salirme con la mía más veces de las que espero.

12. Un libro que encontré perdido: no he tenido esa suerte, aunque sí he perdido libros: me dejé de niña toda mi colección de tebeos de Mortadelo y Filemón en el médico y nunca volví a saber de ella.

13. Los autores de los que más libros tengo: Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Miguel Delibes y Eduardo Mendoza. Tiendo a la literatura nacional sin desmerecer a valiosos autores extranjeros.

14. Un libro valioso: por los recuerdos que me evoca y la época en que lo leí, "La teoría de Freud sobre la interpretación de los sueños".

15. Los libros que leo ahora mismo: comienzo "Intemperie", de Jesús Carrasco. Ilusionada ante tan prometedor proyecto.

16. Un libro que prohibiría: toda la literatura es digna de ser leída, independientemente de la buena o mala literatura. Está en cada uno elegir alcanzar el libro que se le ajuste como anillo al dedo.

17. Un libro que llevo tiempo queriendo leer: miles. La vida debería ser más larga exclusivamente por este motivo. "En la orilla", de Chirbes. Varios de Bukowsky y Carver, los cuentos de Chéjov.

18. El próximo libro que vas a leer: creo que tenderé a "La mujer loca", de Juan José Millas.

19. El libro que no leería jamás: no creo que rechace ningún libro en concreto, sólo depende de la etapa emocional e intelectual en que me encuentre. Sí puedo decir que aquéllos que menos me atrapan son los basados en juegos de rol, y aún así he leído la trilogía de "Crónicas de la dragonlance". Ninguno merece ser desechado sin haber abierto sus páginas al menos. Aunque se deje a la mitad, al igual que las personas, hay que rechazar con conocimiento de causa: no por una presentación.

20. Trilogías o sagas preferidas: las novelas negras de Phil Kerr o "Millenium", de Larsson, me gustaron bastante. No ocurrió lo mismo con "Aurora Boreal", de otro Larsson.










jueves, 4 de septiembre de 2014

El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch

Hace no mucho tiempo, a pesar de no ser afín a este género literario, tuve la oportunidad de leer un interesante cuento para adolescentes y adultos que no sólo no me dejó indiferente, sino que me dio qué pensar acerca de la dificultad a la que se enfrentan los padres de hoy en día para responder las cuestiones existenciales que sus ingenuos hijos les plantean llegado el momento. Es cierto que había oído hablar de títulos como Las princesas también se tiran pedos (Ilan Brenman), que tratan de romper con los estereotipos fijados sobre la sexualidad infantil en la actualidad, pero hasta ahora no me había aproximado al planteamiento infantil de la mortandad.

Seguramente un psicólogo mucho mejor que yo pueda apuntar que abordar el tema con turbulencias o sembrar temor sobre el terreno de la curiosidad infantil, sino de explicar con naturalidad que el fin de toda creación material es su desaparición. El pato y la muerte, escrito por el contemporáneo y surrealista Wolf Erbruch, era un título tan desconocido para mí como el propio autor. Un escritor conmemorado con premios como el Deutscher Jugendliteraturpreis (1993 y 2003) o el premio Hans Christian Andersen Award para la categoría de ilustraciones (2006), que consigue relatar de forma genuina la relación cuasi fraternal que une a la vida con la extinción, describiendo la muerte como una sombra ligera e insonora que acompaña al pato de forma perenne hasta presentarse a él. 



Me ha resultado genuina y fascinante la forma de relatar el lazo cuasi fraternal que liga a la muerte y al pato, dos personajes que se inician en un diálogo que presenta a un animal temeroso y asustadizo ante la idea de tener la muerte cerca, pero que a medida que va hablando con ella comprende que no es tan temible como aparenta e, incluso ésta deja entrever cierta nostalgia y melancolía en su interior a la hora de afrontar su labor.

Al parecer este autor suele abordar temas de inteligencia emocional y existencial en cada una de sus obras, algo que me parece muy importante dada la información negativa que los medios de comunicación vomitan a diario y que, lamentablemente, ven los niños con independencia de que estén o no en horario infantil.






viernes, 22 de agosto de 2014

Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza

"En Barcelona llueve como el Ayuntamiento actúa: pocas veces, pero a lo bestia." Así comienza la genuina y desternillante historia del alienígena Gurb que, para aparentar un ser humano como otro cualquiera en el planeta Tierra y, más concretamente, en la ciudad condal, escogerá la figura de la cantante Marta Sánchez como la primera de una serie de celebridades en las que transformarse. Gurb se ha perdido en un lugar desconocido para él y al que tratará de adaptarse durante el tiempo que tarde en regresar a lugar natal, lo que le servirá de trampolín al escritor Eduardo Mendoza para desarrollar en clave de humor el panorama social de la capital catalana ubicando a tan sátiro personaje. El narrador del relato, en cambio, no es Gurb, sino otro extraterrestre que ha adquirido la imagen del Conde Duque de Olivares para salir en búsqueda (y no captura) del primero y devolverle a la nave.


La novela, publicada en 1991 por una de mis editoriales favoritas (no por casualidad, sino por acoger a muchos autores que no dejan de fascinarme), Seix Barral, ha sido recomendada en colegios e institutos por su cercanía con el lector y su capacidad de extraerle una sonrisa con misma la facilidad con que lo hace en el asombroso viaje de Pomponio Flato,el Misterio de la cripta embrujada o la aventura del Tocador de Señoras. Sin embargo, no sólo no ha pasado de moda en el 2014, sino que podría ser extrapolada sin dificultad a cualquier adulto que desee pasar un rato agradable "alejado del mundanal ruido" que mentaba Fray Luis de León.

A pesar de haber sido traducida en cinco idiomas, esta lectura no ha sido especialmente galardonada. Pero eso no nos importa en esta ocasión, ya que es uno de esos libros que dejan un refrescante aliento en la boca expuestos con la genialidad y talento de un maestro. El autor de pilares en la literatura española contemporánea como La verdad sobre el caso Savolta (Premio Crítica 1975), la Ciudad de los Prodigios ( Premio Ciudad de Barcelona 1987 y finalista Premio Medicis 1988) y la reciente Riña de Gatos. Madrid 1936 (Premio Planeta 2010) escribiendo Sin noticias de Gurb a través de su Cataluña natal, huye de los mecanismos de expresión tradicionalmente estructurados escogiendo un experimento de redacción a partir de perspectiva paradójica que supone un claro fomento y estimulación a la lectura de jóvenes y no tan jóvenes.

Lectura entrañable, sencilla, ligera y plenamente recomendable para una tarde de agosto, con el alquitrán del asfalto derritiendo las suelas de goma. En especial, para aquellos que a pesar de la gran bola de fuego que flota en el firmamento, aparentemente eterna e indestructible, no consiguen verla y viven en la sombra: tal vez, aunque no les abrase, les anime a disfrutar de un texto placentero y cómico.

jueves, 14 de agosto de 2014

Oh captain, my captain!



Aún recuerdo la sensación que tuve, allá por 1990, cuando me topé con el profesor Keating enseñando literatura a sus alumnos del mismo modo que previamente el profesor Dingle había impartido música en la película Es grande ser joven. Eran tiempos extraños y razonables en los que los formadores eran respetados y admirados por sus estudiantes, en los que los valores eran más importantes que el capital y en los que los individuos importaban más que la burocracia. Tiempos en los que los adolescentes se revolucionaban con claveles y panfletos, eran expulsados de los colegios por proteger a sus maestros (en lugar de por vejarlos), y los profesores tenían vocación por enseñar algo más que la especialidad de su asignatura.



La necesidad de arrancar páginas que tratan de analizar la lírica como una fórmula matemática cuantificable, la apología de la amistad, el descubrimiento del amor, la supervivencia a la muerte y la necesidad de ser uno mismo por encima de las expectativas sociales fueron cuantiosos enigmas que el director cinematográfico Peter Weir incluyó como un agridulce cóctel en el nostálgico Club de los poetas muertos que obtuvo Óscar al mejor guión cinematográfico. El film fue protagonizado por un histriónico actor que, según pensaba, en no muchas ocasiones obtuvo papeles dignos de su categoría, Robin Williams, acompañado de jóvenes promesas posteriormente reconocidas como Ethan Hawke (saga de cine indie Antes del amanecer) o Neil Perry (compañero del doctor House).


Dead poets society nos despertó el sueño latente de aprovechar cada instante a ritmo de gaita dentro un universo tan incómodo como un zapato que roza, a través de una escuela privada, elitista, masculina y restrictiva de toda creatividad ajena al contenido allí impartido. Un carpe diem simbólico y eternamente recurrente por afines y profanos, capaz de traspasar la frontera del celuloide tocando la sensibilidad de los espectadores y evitando no sólo que al finalizar la película quedaran indiferentes, sino invitándoles a rozar inevitablemente el cielo con las yemas de los dedos.



En esta ocasión no fue el libro quien inspiró la película, como suele ocurrir en la mayoría de los casos. No obstante, sentí el irrefrenable impulso de hacerme con la edición española y la escrita en versión original. Esta última impregnada con el característico aroma a papel usado y todos los recuerdos que sobre él pesan.

Lamentablemente, esta semana de agosto hemos amanecido con una nueva maldición del payaso: Robin Williams ha muerto y, según las fuentes mediáticas, se ha suicidado. El alma de éxitos como Hook, La señora Doubtfire, Jumanji y El Indomable Will Hunting, según dicen algunosno ha podido soportar su adicción a las drogas y la depresión que le ocasionaba su enfermedad de parkinson. Otros, simplemente, consideran que la presión de Hollywood, tal y como le ocurrió recientemente al oscarizado Philip Seymour Hoffman (Capote) ha superado su ambición existencial.

Pensándolo bien. Salvo excepciones, estamos ante tiempos extraños (pero no tan razonables) en los que quienes se quitan la vida habitualmente son los que más tienen (Heath Ledger, Amy Whinehouse) y quienes ansían seguir luchando apenas tienen medios. Tiempos en los que, a pesar de acechar la muerte en cada esquina, carpe diem aparenta un eslogan exclusivo de un guión cinematográfico porque sólo un puñado tiene la facilidad de aprovechar el momento sin esfuerzo. La mayoría ha de ganárselo.

jueves, 7 de agosto de 2014

La pandemia de la ceguera

Un ciego y sus ansias de luz,
Erminio Blotta.

Ya en 1912 Unamuno plasmó en El sentimiento trágico de la vida su opinión acerca de que el ser humano, puesto que está condenado a la muerte desde que nace (dejando a un lado la apocatástasis del pensador que sobrepasaría los caracteres de cualquier blog), no es un ser vivo destinado a su fin sino un ente muerto con vida propia. Una mutación menos escatológica pero con el mismo planteamiento que Walking dead, para los denominados Serial lovers. Posteriormente, en una idea paralela, en 1995 el maestro literario portugués José Saramago escribió su retador y difícilmente legible Ensayo sobre la ceguera arguyendo que: "no nos quedamos ciegos, somos ciegos que ven; ciegos que, viendo, no ven".

La filosofía de no ser conscientes de aquello que nos rodea porque nuestros propios ojos son límites en lugar de puertas al mundo exterior fue tan interesante como innovadora. Tanto, que posteriormente el argumento sería inmortalizado en la gran pantalla (2008) por el director Fernando Meirelles con el título Blindness (A ciegas), de la mano de actores cualitativos de la talla de Julianne Moore (mujer del doctor), Mark Ruffalo (doctor), Gael García Bernal (el rey del Ala Tres) o Danny Glover (hombre del parche negro).

Saramago trataba en su manuscrito de poner de manifiesto una sociedad podrida y desencajada cuyos instintos más bajos emergen de una epidemia de ceguera que afecta indiscriminadamente con independencia de sexo, religión y raza y una sola excepción: la mujer de un médico, narradora omnisciente de la historia. Una pandemia que, al más puro estilo del lamentablemente contemporáneo Ébola -y a diferencia de su inevitable mortalidad-, se transmite por el aire y cuyo síntoma definitorio es llorar una especie de leche blanca. Al provocar un temor a morir tan expansivo como el virus y no menos cruel, el Gobierno decide aislar en una prisión a cuantos se ven afectados con ánimo de establecer una cuarentena en aras de la bien conocida por todos Seguridad Nacional. Seguridad que necesariamente justifica los daños colaterales planteados. De este modo, el hilo conductor no será otro que la lucha por la supervivencia en la cárcel en la que están hacinados sin condiciones higiénicas ni alimentarias, constituyendo una metáfora de la sociedad actual que sirve de bandera al refrán "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey".


- Soy del tamaño de lo que veo.
- ¿Qué quieres decir, abuelo?
- Te miro sin saber si veo.

Enrique Vila Matas, Extraña forma de vida.

Corren tiempos difíciles en los que, como decía Bukowski, la única diferencia entre una dictadura y una democracia es que en la segunda se establece un proceso electoral. El visionario escritor fallecido en el 2010, a través de personajes sin nombres que nos acompañan en una lectura ardua no sólo por su compleja ortotipografía sino por el profundo mensaje que conlleva, expone la constitución de un nuevo Poder jerárquico y dictatorial dentro del propio recinto en el que están aislados. Lo que hay afuera no importa porque ellos no importan. Las afueras no existen. Las afueras forman parte de la nada. (La OMS pasa a considerar el ébola como emergencia sanitaria internacional).



Dicen las malas lenguas, a raíz de la película Estallido que sirvió de presentación mundial al virus del Ébola en 1995, que las farmacéuticas se están frotando las manos porque son quienes han lanzado el problema e, incentivadas por abismales intereses económicos ajenos a toda ética y moral, van a lanzar la solución. Fernando Meirelles fue galardonado por películas como Ciudad de Dios o El Jardinero Fiel y resulta casual que el argumento de este último film se centre en ensayos ilegales que hacen las empresas farmacéuticas sobre niños nigerianos.

«Sabemos que es un virus que no tiene tratamiento ni vacuna, pero contraer esta fiebre hemorrágica no es una condena a muerte. Hay luchadores que superan el Ébola, dejan atrás el estigma y regresan a la vida normal.» Diario 20 minutos (2012).

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Hace poco pregunté en mi gasolinera habitual por la opinión que les merecía el Ébola y me contestaron preguntándome que si era un personaje de Sálvame Delux. No es más preocupante una infección mundial viral que el virus de desmotivación intelectual por el que estamos infectados y que no hace otra cosa que facilitar a los Poderes Públicos que nos manejen como a reses numéricas en lugar de seres humanos. En la actualidad política las decisiones no se toman por amor, ética o religión. Se adoptan por dinero. (Alerta digital, 2014)

Supongo que no se trata de negociar con términos bien definidos en la RAE como compasión, repatriación o cobardía. La pregunta objetiva y transparente es si está preparada la Comunidad de Madrid para atender casos de epidemias y enfermedades emergentes cuando ni siquiera se adapta a un día de lluvia sin que los accidentes de tráfico se multipliquen. La Comunidad de Madrid. España. Europa. El mundo. Una cuestión que aún está por responder.

«El caso de Pajares es importante y grave, aunque no es una crisis ni muchísimo menos. Debería servir para que los ministerios y las comunidades demuestren que pueden trabajar juntos, y no para escenificar sus errores de comunicación. Después del aceite de colza, la gripe A, las vacas locas y otras alertas, ya deberían saber que la información adecuada es una herramienta sanitaria crucial.» Diario El País.

El miedo es el derecho de quienes tienen algo que perder. Ciegos o no la polémica está servida y ahora, más que nunca, las visiones hemos de dejárselas a Nostradamus y las consecuencias al tiempo. Decía Nicolás Maquiavelo en su tratado El príncipe que "el fin justifica los medios". La Ciencia apunta a que la metástasis destruye y que, en ocasiones, es necesario mutilar. Por mucho que se sufra la pérdida del miembro. Esto no es una hipótesis empírica, sino un hecho. Si los científicos se guiasen exclusivamente por la compasión, la repatriación o la cobardía sin atender a la razón, seguramente no podrían ejercer como tales. El problema es que, para bien o para mal, la mayoría somos de letras. O de Sálvame Delux.


viernes, 1 de agosto de 2014

Extraña forma de vida, de Enrique Vila-Matas

Allá en el 2003 tuve la oportunidad de conocer a una de las grandes genialidades literarias de nuestro país, Enrique Vila-Matas, a través de una magnífica novela de lucidez e ironía paradójicas: El mal de Montano. El autor que arguye frases como que "la literatura me ha permitido comprender la vida;precisamente por ello, me deja fuera de ella", en esta novela presenta a una persona que sufre la enfermedad de la literatura por encima de los falsos escritores (retornando a la idea ilustrada de Fernández de Moratín en su Comedia Nueva o el Café, donde nos recuerda que la ambición de muchos escritores buscan la fama y la gloria por encima de la calidad literaria o el propio Cadalso con Los eruditos a la violeta, en base a aquéllos que se vanaglorian de ejercer alta literatura sin tener apenas formación).
No en vano, Vila-Matas dibuja "un suburbio al que llaman España, donde se jalea una especia de realismo castizo del siglo XIX y donde para una gran parte de los críticos ylos lectores lo normal es el desprecio por el pensamiento", y continúa "los españoles son esa clase de gente que se cree que por repetir una y otra vez la misma cosa al final acaba siendo verdad" (idea basada en Goebbles, ministro de propaganda de Hitler).
Os dejo aquí una fantástica entrevista realizada al autor en Café con Shandy y me dispongo a hablaros de este extraordinario autor y su Extraña forma de vida.

Enrique Vila-Matas es un barcelonés nacido el 31 de marzo de 1948. Dice Nabokov (y al que Vila-Matas cita al definir su autobiografía) que "la mejor parte de la biografía de un escritor no es la crónica de sus aventuras, sino la historia de su estilo". Dice de sí mismo el autor "Soy un lector que indaga en el mundo de los blogs y que a veces construye breves catálogos, listas de lugares a los que un día poder volver." Estudió periodismo y derecho y en sus inicios trabajó como actor en siete películas catalanas censuradas por el régimen franquista, así como director de un par de cortometrajes titulados Todos los jóvenes tristes y Fin de verano, relativos a la desesperación  la destrucción de la familia burguesa respectivamente.
"Puesto a elegir entre el amor eterno y la sexualidad,
era mejor quedarse con lo primero,
pues era más confortable y duradero". Extraña forma de vida.
Es autor de más de treinta obras narrativas que incluyen ensayos y novelas de impecable estilo literario, traducidas a más de treinta y dos idiomas y distinguidas con más de veinte premios como el Herralde (2002, por El mal de Montano), el Rómulo Gallegos (2001, por El viaje vertical) o el Internacional Mondello (2009, por Doctor Pasavento).
Vila-Matas es, como el protagonista Montano, un enfermo de literatura. Allá donde escriba va dejando un prolijo rastro de quienes él considera modélicos e incluso no tan conocidos escritores, muchos de los cuales reconozco que han influido en las entradas de este blog . De hecho, en su web incluye los textos que alguien de su categoría literaria recomienda por escrito y entre los que se incluyen, por ejemplo, el de Cortázar Otra máquina soltera.
La lectura de Vila-Matas no es sencilla. Presentando un estilo genuino, irónico e intimista, alejado de todo dogmatismo, introduce en nuestras vidas a sus personajes (generalmente a través de una narración en primera persona) contándonos cuál es el sentido que dota su existencia. En Doctor Pasavento habla de la dificultad de no ser nadie y, en Extraña Forma de Vida, de las relaciones endogámicas que existen entre el espionaje y la escritura.
Cuenta el autor que encontró el título en un aeropuerto de Lisboa y que, escribiéndolo, acabó transformándose en  "una especie de Fernando Pessoa del barrio de Gràcia de Barcelona". Extraña forma de vida nos presenta a un escritor de nariz grande al que llaman Cyrano (maravillosa obra de Edmond Rostand) dividido entre dos amores (Rosita y Carmina) y entre dos formas de vida, que se dispone a ofrecer una conferencia sobre la estructura mítica del héroe. Mientras va estudiando cómo enfocar el tema en cuestión se dedica a espiar a sus vecinos y le van surgiendo una serie de anécdotas que influyen de algún modo en la novela en que está trabajando y en la preparación de la exposición que va a impartir al tiempo en que retorna a la idea original: la elección entre su relación con su amante Rosita y la hermana de ella: su mujer Carmina.

En el amor hay dos clases de constancia:
una nace de la cobardía, de nuestro temor
a la soledad o a la aventura; la otra se debe a que nos
enorgullece ser constantes. Manuel Da Cunha, El espía
de la calle Lisboa.
"Encendió la radio, como todas las mañanas, y tras dos insulsas canciones sonó, como una lágrima olvidada y con íntima violencia para mí, una canción que me traía muchos recuerdos, "Extraña forma de vida".

En una literatura resumida en 140 páginas Vila-Matas lanza el profundo mensaje de que "La vida es demasiado breve como para vivir el número suficiente de experiencias, es necesario robarlas". En este componente existencial se entrecruzan sentimientos como la necesidad de compañía y la soledad del personaje o su relación paterno-filial con Bruno, el niño horrendo cuasi autista.

La edición que he escogido es Debolsillo Contemporánea por su relación calidad-precio, a pesar de que, he de reconocer, que le falta un prólogo extenso sobre la obra de tan eminente escritor. Sea cual fuere, es un relato que no debe faltar en vuestra colección.

jueves, 24 de julio de 2014

¿Es tan fácil vivir con los ojos cerrados?

El 31 de octubre de 2013 se estrenó en el panorama del celuloide español y de la mano del director y guionista David Trueba Vivir es fácil con los ojos cerrados, un drama protagonizado por Javier Cámara, Natalia de Molina y Francesc Colomer cuya trama se hilvana a través de un profesor de inglés que recorre la geografía e historia hispanas de 1966 de la mano de dos adolescentes descarriados, en busca del sueño de conseguir hablar con John Lennon para pedirle que incluya las letras de sus canciones en los discos. Una película en la que participaron los reconocidos Jorge Sanz y Ariadna Gil, y que obtuvo siete nominaciones a los premios Goya consiguiendo seis de ellos.

Esta road movie, cuya web oficial adjunto para los amantes del cine español en general y de esta idea superviviente en particular, como muchas de sus coetáneas vio su retirada en los cines a las pocas semanas del estreno y, tras las condecoraciones obtenidas, fue resucitada -aunque no al tercer día- durante algo más de tiempo a manos del capitalismo intelectual.

De aquellos que me rodean y que repelen el cine español como a las avispas que vienen a disfrutar de la tortilla de patatas con pimientos y filetes empanados en una comida de campo, arguyen tres versiones irrefutables para mantener una inflexibilidad opaca -y, tal vez, desmesurada- a la hora de dar una oportunidad a las ideas cinematográficas nacionales, ni siquiera gratuitas: en primer lugar, el peso pluma de que el celuloide no ha cambiado desde Andrés Pajares y Fernando Esteso con Los bingueros, José Luis López Vázquez con sus "alemanas" o Paco Martinez Soria, Don erre que erre. En segundo lugar -como peso ligero-, que en pocas ocasiones se ofrece una idea genuina en los géneros de comedia o drama. Que la mayor parte de las películas tienen una relación endogámica con nuestra Guerra Civil -de recidivas aún latentes- o enmarañados engaños y desengaños amorosos protagonizados por agraciados y comerciales actores del momento y de desenlace tan vaticinable que incluso Sandro Rey daría en el clavo.

En tercer lugar -y, quizás, un argumento peso pesado-, que el cine debe cumplir una función de entretener y, desafortunadamente, las tramas españolas absorben argumentos intimistas que explotan bien la crisis socioeconómica del país, generalmente a modo de exposición o crítica. Una idea aristotélica que proviene en sus recónditos inicios de su Retórica respecto al docere y el deleitare de la literatura en especial, y que en épocas como la de La Ilustración abogó por la enseñanza frente al entretenimiento con insistencia manifiesta en textos hieráticos y prolijos como los de Melchor Gaspar de Jovellanos.

Este escenario me evoca el nacimiento de la Generación del '98, un grupo de intelectuales afectados profundamente por la crisis moral, política y social acarreada en España a raíz de la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las islas Filipinas, que a partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu) comenzaron a plasmar sobre el papel con un estilo hipercrítico e izquierdista, y entre los que se encontraba uno de mis irremediablemente predilectos y que supone el motor este artículo: Miguel de Unamuno.


A mi buitre
Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.
El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.

Pensador polifacético y artista emblemático donde los haya. Este bilbaíno nacido en 1864 además de poeta, ensayista, filósofo, novelista y escritor de obras de teatro, ocupó en tres ocasiones el cargo de rector de la Universidad de Salamanca. Muchos estudiantes le recuerdan en el Café Novelty, lugar donde jugaban al dominó. Se enfrentó a su personaje contra sí mismo en Niebla, dedicó un poema a su buitre y no sobrevivió al Sentimiento trágico de la vida

En cierta ocasión un amigo filósofo, de esos a los que sí les gusta el cine español, me contó una anécdota acerca de su tan admirado Don Miguel de Unamuno. Habló de que un día estaba el profesor dando clase y al referirse a Shakespeare lo leyó tal y como suena en español. Un alumno no tardó en contradecirle indicándole que se pronunciaba Cheskpir, a lo que Unamuno no contestó prosiguiendo el resto de la clase en un implecable inglés. Una anécdota que, curiosamente, atribuyen en la película a Menéndez Pidal. 

No me atrevería a aseverar que Vivir es fácil con los ojos cerrados tiene una errata en el guión porque no he encontrado documento que confirme que fue uno u otro autor quien contribuyó a la anécdota, a pesar de que en la mayoría de los libros de texto universitarios, enlaces de buscadores internautas y comentarios de alumnos aseguran que fue a Unamuno a quien le sucedió. Tampoco me atrevería a renegar del título aludiendo que vivir, tanto con los ojos abiertos como cerrados, no es nada fácil. Aunque supongo que eso no es lo realmente importante. Lo importante, dado el panorama educativo actual, es que el profesor universitario prosiguiera la clase en un inglés impecable. En el siglo XXI, seguramente y llegado el caso, se limitaría a cerrar los ojos y seguir viviendo.











jueves, 17 de julio de 2014

La absurda batalla entre la lengua y el idioma



En primer lugar y, dado que llevo tiempo pensando en ello pero, hasta ahora, solían interponerse otros quehaceres que dejasen este tema para el final, para aquellos que se encuentren en la disyuntiva sobre las fotografías y dibujos adjuntos a los artículos a fin de complementarlos, confirmaré que son extraídas de la red y abiertas al público. No son mías, salvo que en algún caso excepcional indique lo contrario.

En segundo lugar, el texto de esta semana se refiere a un comentario que publiqué en mi muro de facebook el 19 de mayo a colación de un artículo que tuve la oportunidad de leer en una revista a la que estoy suscrita desde hace años y que me fascina: Leer (Premio nacional al fomento de la lectura).



¿Es más importante que el Gobierno dedique sus esfuerzos a bilingüismo o a la lectura? ¿Por qué se ha llegado a asociar la lectura con una asignatura más que aprobar en lugar de un placer que desarrollar en ámbitos ajenos a la escuela?

Recuerdo que mi primer contacto con la asignatura de lengua y literatura fue duro. Lo habitual es que una niña con un cociente normal, que se inicia en el bachillerato, no alcance a comprender el profundo mensaje filosófico o moral, o la implicación política o histórica de novelas como La Regenta (Leopoldo Alas Clarín), Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes), el Poema del Mío Cid (Anónimo), el Romancero Gitano (Federico García Lorca) o Fortunata y Jacinta (Benito Pérez Galdós). De los libros de Elige tu propia aventura y Barco de Vapor pasé a exámenes donde buena parte del aprobado consistía en un comentario de texto sobre un documento elegido al azar por el profesor, siendo el 50 % restante una pregunta teórica (que no retórica), generalmente sobre la biografía o bibliografía de alguno de los autores entrados en materia. Sin embargo, y a pesar de que el mensaje resultase soporífero, había que pasar la asignatura como fuese, lo que se transformaba en la obligación de leer y estudiar los escritos que obligase el profesor como responsabilidad añadida a la clase de educación física o matemáticas. Y, especialmente las tardes de verano, después de una comida copiosa, la lectura resultaba todo lo contrario a un placer con el que disfrutar a sorbos, lentamente, de la misma manera que se disfruta un granizado de limón.

En paralelo y, generalmente, con el mismo número de horas a la semana la profesora de inglés trataba de enseñarme una lengua que nunca llegué a dominar a pesar de los esfuerzos del sistema educativo en, año tras año, hacerme engullir la gramática sajona una y otra vez sin colorantes ni conservantes al más puro estilo del porrón de vino, sin que ningún adulto responsable se planteara cómo era posible que una niña que llevaba estudiando las mismas reglas desde gozar de uso de razón no era capaz de pronunciar correctamente "hut", "hot", "hat" y "heat".

Y parece que el problema sigue en candelera, hasta el punto de que la crisis ha invitado a la mayor parte de los jóvenes profesionales españoles a exiliar para optar a un futuro digno. Eso sí. Los jóvenes profesionales españoles que lograron aprender inglés en aquellos tiempos a través de métodos alternativos a los empleados en la EGB, Bachillerato o COU. Y, como el método Vaugham tal vez se estaba gestando, pero no manifestando, las alternativas eran internados o colegios mayores, prácticas en el extranjero, becas internacionales -de esas que no quedan-, profesores particulares o trabajos variados en familias u hoteles para lograr perfeccionar un idioma que, llegados de vuelta a España y con el transcurso de los meses, se difuminaría como el humo de un cigarrillo.

Publica el diario ABC el día 5 de junio que «Nueve de cada diez profesores creen que Mariano Rajoy no aprobaría un examen de inglés de Educación Secundaria». Y el Gobierno, no creo que avergonzado, se ha puesto las pilas aumentando las horas de inglés en los colegios públicos. Un bilingüismo estatal que no abarca más de diez horas diarias y que, sorprendentemente, tampoco acoge a los alumnos desde sus primeras palabras.

Tal vez hagan falta un par de generaciones más para que los adultos responsables en cuyas manos estamos comprendan, en primer lugar, que el inglés debe mamarse con la leche materna en lugar de beberse con cerveza en los aperitivos de los domingos. Y en segundo, que la literatura debe disfrutarse y no suponer una obligación tortuosa. Que cada lectura, como la mayor parte de los placeres, tiene un momento en la vida de cada persona.

jueves, 10 de julio de 2014

¿Dónde quedaron los cuadernos de espiral?

Hace algún tiempo estuve impartiendo clases de literatura a un niño de la ESO que no tendría más de once años. Su madre me contrató un par de horas a la semana para que fomentase la aproximación del estudiante a la lectura y mejorara la calidad de su ortografía. El pequeño inicialmente había estado matriculado en un colegio privado bilingüista, de esos en los que los progenitores, tutores o mecenas han de dejarse una pasta a falta de la subvención del Gobierno para incentivar la necesidad imperiosa de dominar el inglés junto al español y hablar con soltura el segundo idioma más relevante para la economía mundial. Cuando llegué a su vida del mismo modo que llega un forúnculo incómodo estaba inscrito en los Salesianos, aunque esa no es la cuestión que ocupa este artículo.
Mi primera pregunta fue si le gustaba leer, a lo que contestó -como, lamentablemente, la mayoría de los alumnos de su edad y moderadamente más niños que niñas-, que no. Obvia decir que en el aparador tenía una videoconsola y múltiples juegos de violencia ya terminados dejando hueco a otros tantos.
Hasta donde yo sabía, la lectura voraz es el remedio más efectivo contra las faltas ortográficas. Pero nada mejor que la experiencia para comprender que no sólo la aversión a los libros es la enemiga de la escritura, sino que el propio sistema educativo se ha atrincherado en una batalla ineluctable en contra de la literatura, sin previo aviso y sin que ésta apenas pueda defenderse.
El niño, al que recuerdo con especial afecto, me mostraba sus libros de sociales, de tecnología (¿por qué es necesario que un niño se examine las tipologías de maderas que hay en función de los árboles de que se extraen?), de religión... el de lengua y literatura era un conglomerado (que no aglomerado) de ideas y dibujos aparentemente bastante completo para su edad y conocimientos, en el que con especificidad se trataban las letras  más conflictivas del abecedario cargadas de útiles ejemplos respecto a su uso en la sílaba y en la palabra.
He de decir que, del mismo modo que he conocido a despistadas promesas hambrientas de literatura con grandes faltas de ortografía, me he topado con empedernidos jugadores que han llegado a aprender inglés con sus batallas internáuticas. De hecho y, sin desviarme demasiado del tema, me viene a la memoria el llamado World of Warcraft, un juego que ha atrapado a miles de personas de todas las edades y del que soy consciente que ha enseñado un aspecto técnico de inglés a muchos hispanohablantes.
A medida que avanzaban los días observé que el alumno memorizaba con grandes dificultades las diferencias entre la "g" y la "j" o las tildes. Incluso explicándole el funcionamiento de la "m" o la "p" al muchacho le costaba un trabajo exorbitante escribir la palabra sobre el papel y acertar. A veces apostaba a cara o cruz tratando de que no me diese cuenta, a veces esperaba cualquier despiste (voluntario) para echar un vistazo al libro y aclarar sus dudas.
Me recuerdo cuando era niña y tenía un cuaderno a cuadros de espiral para cada una de las asignaturas. Mi madre, ya visionaria por aquel entonces, pretendía que llevase la carga de los libros de texto, los cuadernos, el estuche y el almuerzo en el carro de la compra para que no lo soportara mi espalda pero, por este sentimiento absurdo de rebelión contra los padres en aras de reafirmación de la personalidad del hijo, nunca le hice caso, a pesar de que hoy en día los estudiantes llevan mochilas con ruedas al colegio. Una de mis claves para saber si estaba bien escrita una palabra era trazarla de las dos maneras sobre el folio, leerla, intentar recordar cuántas veces la había visto de un modo u otro. Había una palabra que siempre me daba problemas, "albornoz". Mis padres nunca me habían corregido cuando decía "algornoz", les hacía gracia escucharme pronunciarlo, y llegué a la adolescencia con esa daga clavada en el corazón del diccionario. Sin embargo, con mi alumno ese sistema no funcionaba.
Como decía en el inicio, el propio sistema educativo se ha vuelto enemigo de las palabras. Aclaré mis dudas cuando me contó que la mayoría de los ejercicios diarios (e incluso exámenes) se hacían mediante tests de opción múltiple que le llegaban al profesor y que eran corregidos mecánicamente y de inmediato por un programa informático adecuado a tal fin. Un sistema que no permitía aclarar dudas al estudiante y cuyas respuestas, presumiblemente en aras de un número que abarcaba el resultado final, no eran revisadas por el docente.
El niño ya apenas escribía. Si acaso lo que copiaba de la pizarra en las clases matinales, pero no en los ejercicios vespertinos. Ese, sin duda, resultó su segundo escollo en la guerra contra la buena ortografía. El suyo y el nuestro. Porque una era en la que el lápiz y el papel ocupan un lugar ulterior en la jerarquía piramidal de la ergonomía de la escritura nos afecta, sin excepción, a todos y  cada uno de los individuos. Porque dependemos de la capacidad del lenguaje para desarrollar nuestra personalidad  individual y colectiva. Un muro que no se puede derribar, aunque sí escalar. Y, desde luego, con un esfuerzo tan kafkianamente insultante que debería pasar por encima de las maderas.

viernes, 4 de julio de 2014

Ser artista no significa ser un vago



En septiembre del 2001 publiqué en mi muro del Facebook una frase de mi adorado Miguel Delibes:

"si el talento no sirve para ganar dinero ya no es talento." 

No es la primera vez que se comenta ni será la última. Sin embargo, quisiera añadir un apunte más a esta indignación: hace relativamente poco tiempo publiqué en mi muro un comentario que quisiera reiterar porque no tiene desperdicio:

"Publican esta oferta en Culturamas SL pero, por supuesto, la redacción ha de ser absolutamente altruista. No se trata de hacerles publicidad, sino de denunciar una vez más el abuso no sólo por su parte, sino por la de tantas empresas que ofrecen trabajo, en un país carcomido por el desempleo, a cambio de nada." (Anuncio de infojobs)

Quisiera aportar mi conversación literal por email con el titular del anuncio, Javier Vázquez, director de Culturamas, obviando ciertos párrafos prescindibles que pueden alargar innecesariamente la lectura de este artículo:

JT: Estimados amigos:

adjunto les remito mi currículo a fin de poder participar en cualquier proceso de selección que implique la redacción de artículos en su revista. En la actualidad desempeño mi labor como tramitadora de siniestros judiciales en una compañía aseguradora del sector privado desde hace aproximadamente diez años, compaginándolo con mi trabajo como redactora cultural y escritora creativa. Un resumen de mi trabajo está presentado en mi página web, www.jimenatierra.com.
JV: Es algo lioso, además, entiendo que este mail proviene de un anuncio que hoy ha aparecido en Infojobs, hace un tiempo hicimos una preinscripción buscando redactores para el diario El Cotidiano, pero no la validaban porque la razón social de la empresa no es EC sino Culturamas, con lo que finalmente ha salido con el nombre de Culturamas que es otro medio distinto, y pasada la fecha de búsqueda en EC
Resumiendo igualmente: Si hablamos de contenidos culturales está para ello Culturamas, y además estoy haciendo un equipo de redactores para un proyecto de magazine dentro de Rincón del Vago, RDV Cultural, y es en lo que estamos centrados, en ambos casos inicialmente no disponemos de presupuesto para ello pero puedo enviarte más información para que lo veas y puedas colaborar si te interesa

En El Cotidiano estamos dando los primeros pasos de un diario que empieza amateur pero tiene ambiciones, con muchas secciones, columnas de opiniòn, etc

JT: Buenas tardes, quedo a vuestra disposición para revisar las opciones más detenidamente.
JV: Te comento un poco por encima

Con ese handicap del presupuesto ya comentado ahora mismo estoy buscando colaboradores para RDV Magazine, el Mag que queremos crear dentro de Rincón del Vago, que está entre las 5000 primeras del mundo y entre las 1000 primeras en España y un montón de países latinoamericanos.

Mi idea es empezar por secciones clásicas, Libros, Cine, Música, etc pero con idea de hacer algún apartado novedoso, pasa que todo lo técnico, formato, etc lo hacen desde allí y no me puedo organizar como en otras webs y como quisiera. Y sí, digamos que sería más para "todos los públicos", en Culturamas llega un lector especializado que es fiel y busca ese contenido, aquí se trata de interesar a otro público y sin agobiarle hacerle ver y entender las cosas culturales

Por lo demás dime qué cosas concretas te podrían gustar o interesar, y con qué periodicidad se te ocurre que podrías mandar artículos breves, reseñas, comentarios de actualidad cultural, por ahora esas cosas... Debería ser global pero el teatro yo creo que encaja, sin ceñirlo a un estreno o con ese detalle, hablando de la obra, del autor y de la experiencia escénica entiendo

Puedes acreditarte o presentarte cuando esté on line como parte de RDV si eso te ayuda para pedir libros, acudir a eventos, etc

Al margen de RDV está El Cotidiano, diario generalista, www.elcotidiano.es donde podemos estudiar tus propuestas: participar en secciones, columnas de opínión, etc,
Lo que se publique en RDV podría ir después a Culturamas donde también los contenidos son culturales

Con esto puedes comentarme tus intereses, temas que quieres abordar, con qué asiduidad, etc

JT: He estado leyendo atentamente el email, pero me surgen una serie de dudas al respecto.

En primer lugar, hablas de que no disponéis de un presupuesto inicial para este tipo de labores. Puesto que estoy bastante interesada en el proyecto y, como puedes ver en mi currículo y trabajos públicos, soy abogada y escritora, muy acostumbrada a la redacción cultural, y estaría dispuesta a trabajar sin presupuesto a cambio de que se me hiciese publicidad, así como a mi novela Equinoccio. En paralelo, quisiera saber a partir de cuándo podría empezar a cobrar mi caché y si habría alguna posibilidad de colaborar con LEER en base a nómina, revista a la que estoy suscrita desde hace años y a la que he enviado mis datos en varias ocasiones sin encontrar respuesta.

Por otro lado, presentas varias ideas que me han supuesto cierta confusión. Corrígeme si me equivoco: entiendo que buscas redactores básicamente para el magazine de RDV, y que la información que allí se publique se podría extrapolar a Culturamas. Asimismo, informas de El Cotidiano como web alternativa donde también podría redactar artículos. Si esto es así, dependiendo de las características del artículo que necesitases podría elaborar uno al mes que se publicase tanto en RDV como en Culturamas (puesto que es esta última la que más me interesa y no RDV), centrado en literatura clásica y contemporánea -el campo en que soy especialista-. Asimismo, podría elaborar un artículo de opinión mensual para El Cotidiano centrado en cultura (conciertos, exposiciones, turismo, cine, literatura o teatro), ya que soy muy aficionada a este campo de ocio.

JV: En principio no podemos hacer publicidad directa, y sobre hablar de la novela dependería del equipo literario. Sobre Leer no aceptan gente nueva desde hace un tiempo porque están muy apretados, a mí apenas me llega nada ya y llevo años

Sería así, el artículo de RDV podría publicarse después en Culturamas, como opción, ese tema que planteas es muy válido, claro. Para EC en Cultura está bastante saturada, en principio las columnas y artículos de opinión habrían de estar centrados en la actualidad nacional, internacional y social principalmente. Pero habría opción de contactarte con el jefe de Cultura y que le comentes

JT: Respecto al presupuesto, finalmente no me has indicado cuándo podría empezar a verse valorado económicamente el esfuerzo una vez iniciado. puedo entender y aceptar que el comienzo sea duro, pero me gustaría conocer la proyección y expectativas del mismo; desconozco si en EC también la actividad laboral es gratuita. Por otro lado, necesitaría saber cuántos caracteres necesita cada artículo para comprometerme a ello y poderte asegurar con exactitud la capacidad de entrega.

En paralelo, dado que dispongo de mi propia página web y trabajo con otras revistas, no habría inconveniente colaborar sin publicidad respecto a mi novela. Únicamente podría incorporarme al proyecto a partir de septiembre.

JV: No lo puedo prever, lo siento, han de pasar unos meses, ver si ha funcionado, etc. En EC lo mismo, no quiero adquirir compromisos para el futuro que no pueda corresponder y decepcionen, prefiero decirlo ahora y que no escribas a tener que estar incómodo después, además el equipo lo estoy haciendo para ahora, para septiembre es algo tarde. Lo siento y un abrazo

Para aquellos que no lo sepan, la web RDV (Rincón del Vago) tiene aproximadamente 5.000 visitas diarias, lo que implica que no es un blog cualquiera altruista y plenamente vocacional como pueda ser este. Cuantas más visitas tiene una página más publicidad con ánimo de lucro se inserta en ella, lo que reporta ciertos beneficios que hacen que se considere empresa, independientemente de que en el ámbito jurídico esté constituida o no como una Sociedad Limitada o Anónima. Esto me recuerda a cuando me presenté para una asesoría cuyo nombre, lamentablemente, no recuerdo, para un puesto de trabajo de becaria nada más acabar la carrera de Derecho. Solicitaban un licenciado para hacer gestiones administrativas internas y externas llevando documentación a diferentes organismos oficiales durante tiempo inestimado y sin garantías de firmar contrato fijo posteriormente. Cuando les pregunté si me pagarían dieta y transporte me dijeron que no tenía ilusión por trabajar y que escogerían a otra persona para trabajar con ellos. No han cambiado tanto las cosas desde el año 2002.







martes, 1 de julio de 2014

Prólogo de Equinoccio

Prólogo

         Las campanas del Miguelete repicaron a las doce en punto. Los fieles, como manso rebaño, aligeraron el paso para oír misa. Los turistas dejaron de dar de comer a las palomas, prepararon las cámaras de fotos para ametrallar a quemarropa cuanto se interpusiera en su camino y se aglutinaron en la Puerta de los Apóstoles de la Catedral del Santo Cáliz de Valencia. Felisa sujetó fuertemente el cochecito y le buscó impaciente entre la multitud. Estaba rodeada.
       De un edificio cercano salió un anciano empuñando un largo bastón con un arpón dorado en la punta. Se dirigió con dificultad hacia la entrada, perseguido por ocho hombres de sienes plateadas ataviados con un blusón negro. El bullicio cesó drásticamente en la Plaza de la Virgen de los Desamparados cuando golpeó el báculo contra el suelo de granito y los síndicos tomaron asiento en sus sillas de madera. Felisa rezó para que el bebé no empezase a llorar convirtiéndola en el centro de atención.
      
Él se había mostrado inflexible a la hora de cerrar la cita: el jueves a medio día, una vez se constituya el Tribunal de las Aguas.  A Felisa no le gustaba sentirse a su merced, pero sabía a ciencia cierta que era un lugar seguro. Aunque el proceso no tuviese  lugar, podrían confundirse entre los muchos japoneses que estarían curioseando. Sin embargo, la incertidumbre de que algo pudiera salir mal le mantenía en una guardia insoportable. Necesitaba acabar con esa tensión lo antes posible.
       En la última conversación telefónica le había comentado que era moreno, con barba y bigote. Medía aproximadamente dos metros y llevaría un traje de chaqueta negro a rayas diplomáticas. Felisa optó por el abrigo de paño rojo y, por supuesto, el cochecito del bebé. Su bebé. Habían pasado seis semanas y ni siquiera tenía nombre. Le hubiera gustado llamarle Walter, en honor al abuelo del pequeño, pero desde la primera vez que lo cogió en brazos fue consciente de que cuanto menos contacto tuviera con él, más pequeños serían sus remordimientos. La decisión era irrevocable. Felisa no había preguntado cómo eran las personas que le estaban aguardando, ni qué futuro le iban a ofrecer. Resultaba más sencillo fantasear con la idea de que lo estaba buscando alguna madre imposibilitada para tener hijos, deseosa de brindarle una vida llena de amor y felicidad. Además, los treinta mil euros que le ofrecían a cambio eran la solución a la mayor parte de sus problemas.
       Desde que a Walter le diagnosticaron una insuficiencia renal, los gastos que acarreaba el tratamiento de la enfermedad se habían convertido en su única obsesión. Las sesiones de diálisis debían realizarse tres veces a la semana durante cuatro horas, cada una de ellas arrastrando unos gastos mensuales de novecientos dólares. Si le sumaba el coste de los medicamentos (ampollas de hierro, vitaminas y calcio), las radiografías y los exámenes de laboratorio, la cifra ascendía a mil quinientos. Pero su padre sobreviviría otros diez años.
       El primer lunes de cada mes, Felisa enviaba a Ecuador mil euros a través del servicio Ria que le ofrecía el locutorio. Se dedicaba a la limpieza para todo aquel que quisiese contratarla y, si coincidían horarios, los cuadraba a lo largo de la semana para no tener que rechazar ninguna oferta. Con este sistema se garantizaba un sueldo medio de mil doscientos euros. Con treinta mil no tendría que preocuparse de que a Walter le faltara dinero para el tratamiento. Podría empezar de cero, recuperar el tiempo perdido y, tal vez algún día, concebir otro hijo al que poder criar en un ambiente de paz y armonía.
         Una mano cuadrada se apoyó sobre su hombro y Felisa se sobresaltó. Era él, sin lugar a dudas, con una mirada tan penetrante que temió que la atravesara. No saludó. Se limitó a apartarla suavemente y empujó el cochecito abriéndose paso entre la aglomeración con la facilidad de Moisés en las aguas del mar Rojo. Felisa contuvo la respiración y fue tras él en silencio, controlando que no se distanciara demasiado. Aún le debía quince mil euros y no iba a permitir que se le escapasen.
       La masa uniforme de nubes negras se condensó en el cielo cristalino. Bordearon las galerías de la catedral gótica a paso ligero y, cuando estuvieron suficientemente lejos de la plaza, él se detuvo y alzó al pequeño para verlo en todo su esplendor. No pareció satisfecho hasta que empezó a llorar desconsoladamente. Entonces esbozó una malévola sonrisa que se transformó en mueca.
       Por primera vez, Felisa sintió una punzada en la conciencia. Reparó en que su hijo tenía el rostro lleno de mocos y, en un acto reflejo, cogió el pañuelo y le limpió con cuidado. No hacía ni tres horas que le había estado bañando, olía a colonia fresca y polvos de talco. Demasiadas preguntas rondando su cabeza, pero no lograba que sus labios se entreabrieran para pronunciarlas. Tampoco estaba segura de querer conocer las respuestas. Recordó a Walter e intentó reponerse en medio del aturdimiento. Él sacó del bolsillo de la chaqueta un sobre amarillento y se lo entregó. Sus dedos estaban agrietados y, en el anular, llevaba un llamativo sello de plata con un rubí incrustado. Felisa tuvo que esforzarse por estirar el brazo y recogerlo.
—No le volverás a ver.

       Felisa sujetó el dinero con fuerza. A pesar de que podía oírse los latidos acelerados del corazón, su cuerpo era un iceberg. Siguió con la mirada cómo él se alejaba empujando el cochecito hasta que la sombra de su silueta se perdió al doblar la esquina. Luego se desplomó.

jueves, 26 de junio de 2014

El extraño caso del escritor y el escribiente

Aprovechando mi recién estrenada libertad (y no cantando victoria demasiado alto por temor a despertar a alguien), amanezco en este renovado Invierno de las letras con sed de lectura y hambre de escritura después de tantos meses de cautiverio. Respecto a la lectura, emprendo un nuevo viaje alrededor de mis autores favoritos y muchos por descubrir que, por supuesto, trataré de compartir con vosotros en la medida en que mis nuevas responsabilidades me lo permitan. No soy mujer adicta a elevar al enigmático mundo de las redes sociales mi imagen pública ni mi vida privada, por lo que correré un tupido velo llevando a la retórica las variadas preguntas que pudiera suscitar dicha afirmación. En paralelo y, respecto a la escritura, un hambre voraz e ineluctable de expresar lo que pienso corroe mis entrañas hasta límites insospechados, hambre de vomitar sobre una nube de humo cada una de las ideas que he ido proyectando en Facebook y Twitter a lo largo de esta última etapa y que tan sólo han sido eso: estrellas fugaces, idas y venidas en un vano intento de mostrar el efímero recuerdo de mi falta de olvido a través de destellos de luz fulgurantes e instantáneos, el mensaje en una botella lanzada al vacío sin saber a ciencia cierta quién podría estarlo leyendo y esperando mi regreso.

Tengo tanto que decir... y tan poco tiempo. Así se titulaba uno de los primeros poemas que escribí cuando apenas había cumplido los trece años y ya anhelaba contar historias y que otros las leyeran. Posteriormente podría ampliarlo a un Tengo tanto que leer... y tan poco tiempo. Pero de eso no va este artículo que, aun con retraso y prolijamente desarrollado por otras manos, tenía ganas de redactar.


Para aquellos que tengan dudas, la RAE (Real Academia Española) denomina al escritor en su primera acepción como "persona que escribe" y, en su segunda, como "autor de obras escritas o impresas". Respecto al escribiente, lo denomina en su primera acepción como "persona que tiene por oficio copiar o poner en limpio escritos ajenos, o escribir lo que se le dicta." Sin embargo, desde mi punto de vista estas definiciones deberían actualizarse a la era de la comunicación digital, el siglo XXI, aquél en el que se reducen los caracteres de las palabras para que entren en tweets o mensajes de texto y en el que se perfeccionan los programas de corrección a fin de que no tengamos que cuestionarnos la integridad de nuestra calidad ortográfica. ¿Por qué digo esto? Porque amoldarse camaleónicamente a la sociedad en que nos desenvolvemos implica diferenciar, de un lado, al escritor vocacional, inconformista, lector incondicional, amateur o profesional, creativo o reflexivo, que a veces ejerce de forma remunerada y a veces altruista (esto es lo más común), pero siempre con la pasión que surte de emblema ante el ánimo de rebelión frente a la realidad impuesta; de otro al escritor accidental que se ha visto arrastrado por el mar con resaca del marketing y la ambición económica sin respeto a las palabras ni a las ideas. Y en ocasiones éste, ante su ineptitud estilística y ortográfica, su falta de tiempo, su incapacidad de redacción o de síntesis, su falta de cultura humana y divina, hace uso del escribiente (o incluso del ghostwriter).

Como tantos, estoy extremadamente preocupada por la decadente situación que ocupa la cultura en España. Me aterra que a la mayoría de mis vecinos les importe más el aireo de vidas ajenas y famosas o la literatura barata, sencilla, gráfica e imprudente que la calidad de opinión, documentación, expresión o investigación. Y me consuela que libros como El mundo (Millás), Los enamoramientos (Marías), El invierno en Lisboa (Muñoz Molina) o El mal de Montano (Vila-Matas) sean reconocidos con los honores que merece la escritura con responsabilidad literaria. Porque ser escritor, a pesar de la RAE, no es sólo una persona que escribe o que posee la autoría de obras escritas o impresas. Ser escritor implica echarse a la espalda la insensatez de querer cambiar el mundo.







Los enamoramientos, de Javier Marías

Me resulta increíble, después de tantos meses de asueto involuntario, plantear una nueva reseña en este blog que nació como símbolo y puesta de manifiesto a la decadencia de la literatura, al Invierno de las letras. Sin embargo y, aunque a una lentitud impropia de mi necesidad de las palabras, una vez más me dispongo a contaros de primera mano un libro que leí hace bastante tiempo, cuando aún en el cielo irradiaba una deliciosa monotonía de tonos azul claros: la gran merecedora de éxito Los Enamoramientos, de Javier Marías. No en vano, no soy la misma Jimena Tierra que escribió el último artículo. Frente a un antes y un después, os ruego la paciencia que requiere el inicio de una nueva carrera sin haber hecho ejercicio meses atrás.
«Es sorprendente lo mal que nuestras rutinas aceptan las variaciones»

Javier Marías

Siempre quise leer algo suyo, pero no había surgido la oportunidad ante la afortunada extensión cualitativa que nos ofrece el panorama literario actual y que nos compele a decidir, a seleccionar. No obstante, frente al éxito obtenido y la excelente trayectoria curricular de este licenciado en Filosofía y Letras, profesor y escritor, me he visto en la obligación de acercarme a Los enamoramientos con la curiosidad e inquietud que requiere abrir el envoltorio de lo que se intuye una joya.

Marías es, quizás, uno de los autores contemporáneos más prolijos y premiados de cuantos presenta el panorama español actual. Profesor en Oxford y en la UCM, en 1979 ganó el Nacional de Traducción por su versión de Tristam Shandy, el Premio Ciudad de Barcelona por Todas las almas, el Premio de la Crítica, Prix L'Oleil et la Lettre, IMPAC Dublin Literary Award por Corazón tan blanco o el Rómulo Gallegos (entre otros muchos) por Mañana en la batalla piensa en mí.

Este prolífico escritor es hijo de Julián Marías, filósofo republicano que al salir de la cárcel colaboró con José Ortega y Gasset en la creación del Instituto de Humanidades. Asimismo, siendo hijo de la escritora Dolores Franco Manera es el cuarto de cinco hermanos, entre ellos, el historiador de arte Fernando Marías Franco y del economista y crítico de cine Miguel Marías.

Marías, cuyos pasos se pueden seguir en http://www.javiermarias.es/, es miembro de la Real Academia Española. 

Los enamoramientos

La edición que he leído, adquirida en la editorial Círculo de Lectores (y de la que, por cierto, no estoy en nada satisfecha, entre otras cosas porque el comercial jugó con su situación personal para conseguir que me asociase indicando que su puesto de trabajo pendía de un hilo y de lo que, posteriormente, confirmé que era una práctica rutinaria en el manual de venta de la empresa), plasma un resumen en su contraportada indicando que la novela habla de la «impunidad y la horrible fuerza de los hechos, la inconveniencia de que los muertos pudieran volver, por mucho que se los haya llorado...».

Lo importante en esta novela y, sólo desde mi humilde punto de vista, es disfrutar de la excepcional retórica del autor, una prosa profunda inigualable y atrapadora que se enrosca al alma impidiéndole respirar hasta que no se alcanza la última palabra. Lo importante es la digresión a la que la marea arrastra una y otra vez contra el lector sobre el amor, la soledad, el delito, la amistad. No el argumento como tal, poco genuino y eternamente recurrente, cuya trama se va administrando inteligente y progresivamente a base de disyuntivas.

Los enamoramientos es mi segunda toma de contacto con un escritor de la cabeza a los pies, de aquéllos que honran la profesión y que forman parte de la historia de la literatura contemporánea haciendo del mundo de las palabras un lugar mejor frente a las tan sonadas "Ambiciones y reflexiones" o "Cincuenta sombras de Grey". La primera fue un artículo suyo sobre el que los estudiantes de bachillerato tuvimos que realizar un comentario de texto y del que, lamentablemente, apenas me acuerdo. Sí recuerdo, en cambio, a la profesora de lengua y literatura que nos invitó a leerlo. Recuerdo su pasión por Marías en particular y por las letras en general, y el especial interés que ponía en acercar a sus alumnos a la prensa escrita y, en concreto, alejándolos del diario ABC.
«Detesto esa manía actual de la prensa de no ahorrarle al lector
o al espectador las imágenes más brutales»

Marías, en esta obra (que, por supuesto, no será la última que lea), trabaja con el método de escritura de la Brújula, permitiendo a sus personajes cobrar vida propia escapándosele de entre los folios, llegando a ser dueños de sus destinos e incluso, siendo capaces de sorprender al autor al más puro estilo unamuniano. No en vano, entre los innumerables premios recibidos (y que invito a revisar en cualquier página destinada a tal información), Los enamoramientos fue elegido mejor libro 2011 por el suplemento literario Babelia.

Anécdotas

Javier Marías introduce en la página 101 al profesor de Literatura medieval española
Francisco Rico (Barcelona, 1942), académico y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, y director de la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española, de la que se han publicado los cuatro primeros volúmenes: Cantar del Mío Cid; Milagros de Nuestra señora, de Gonzalo de Berceo; Gramática sobre la Lengua Castellana, de Antonio de Nebrija, y La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).

Cuentan sus alumnos que el erudito llegaba al aula mascando chicle, dejaba su americana en el respaldo de la silla y peroraba durante media hora una conferencia que no admitía interrupción alguna mientras caminaba de uno a otro lado de la tarima, dejando tras de sí un halo de preguntas que debía responder la becaria que le sustituía posteriormente. 

«El español se ahoga con la mordaza del lenguaje único. Sin ir más lejos, la metáfora y la hipérbole del estilo figurado, los juegos de palabras, la singularidad, la elegancia y la propiedad en el léxico, son ya incomprensibles para la mayoría. Frente a una lengua en ruinas, volver los ojos a la literatura, con los clásicos por delante, es toda una esperanza de riqueza y libertad.»

La crítica

Dice el diario El País que «Una firme cultura del texto y una fina respuesta a los matices textuales inspiran, así, la soberbia novela de Marías en aspectos esenciales, más relevantes todavía que los sugeridos por el título. Ésas son también las virtudes que la Real Academia Española se propone fomentar con la nueva "Biblioteca Clásica" que desde hace casi dos siglos estaba entre sus obligaciones estatutarias y que ahora comienza con cuatro espléndidos volúmenes.»

Opinión personal

Acabo entusiasmada con un imprescindible ensayo filosófico que no me ha dejado en absoluto indiferente a pesar de que, como escritora de novela negra, crea que el argumento podría haber proporcionado una vuelta de tuerca dando mucho juego a un thriller. No obstante, ansío inquietante emprender un nuevo camino disfrutando con las letras de este delicioso profesional.

martes, 4 de febrero de 2014

Cosmética del enemigo, de Amélie Nothomb

-¿Entonces sigue creyendo que Dios existe?
- Sí, puesto que no dejo de insultarlo
Cosmética del enemigo

Comenzamos el nuevo año con un título que personalmente me ha encantado y recomiendo con fervor de una autora belga en lengua francesa de literatura contemporánea que, hasta entonces, era una completa desconocida para mí: Amélie Nothomb.

¿Quién es Amélie Nothomb?

En la edición que he tenido la oportunidad de leer, la segunda de la editorial ANAGRAMA Panorama de Narrativas, presentan a esta escritora nacida en 1967 como una mujer que nace en Kobe (Japón) y pasa su infancia y adolescencia en Extremo Oriente, del que su padre era embajador. Ésto le permite hablar un japonés perfecto y trabajar como intérprete en la ciudad de Tokio, para posteriormente establecerse en Bruselas, lugar donde reside en la actualidad.

Desde 1992 ha publicado una novela cada año, pero la más aclamada y que obtuvo Gran Premio de la Academia Francesa (1999) y Premio Internet (otorgado por primera vez por los lectores internautas), además de haber sido llevada al cine por Alain Corneau (2003) fue el titulado Estupor y temblores que, como tantos otros, tengo pendiente leer. En paralelo encontramos otros títulos como Higiene del asesino, con el que obtuvo su éxito inicial convirtiéndose en una de las autoras más populares y con mayor proyección internacional, o Metafísica de los tubos, que obtuvo el Premio Arzobispo San Clemente.

Asimismo, en el 2002 la autora escribió la biografía y varios textos de canciones de la cantante francesa RoBERT.

Esta escritora fue elegida en una encuesta realizada por Le Figaro a treinta y cinco críticos literarios como su escritor favorito de edad inferior a cuarenta años. En 2006 se le otorgó el Premio Cultural Leteo en León por el conjunto de su obra, representativa, según el jurado, de la mejor literatura de nuestros días.

¿Por qué Cosmética del enemigo?

Lo más probable es que si hubiese investigado a la autora antes de adquirir la novela, conforme a los galardones y el éxito atribuido, hubiera comenzado por darle oportunidad y crítica a la narrativa Estupor y temblores. Sin embargo, a veces los libros llegan a nuestras manos por recomendaciones de amigos que, a su vez, se han visto atrapados por una historia concreta que necesitan compartir, y que no necesariamente tiene por qué ser la más galardonada del escritor para llegar a tocar la fibra sensible de un lector determinado.

En cualquier caso, a mi juicio la historia no desmerece en absoluto la sublime presentación de esta literata. Todo lo contrario. Tras ella opté por dejarme atrapar por Diario de golondrina, que igualmente me satisfizo, aunque no con la intensidad de la primera ya que, desafortunada y necesariamente, la sorpresa que suponía la primera toma de contacto con la autora se había perdido.

Una violación es algo halagador.
Es la prueba de que alguien puede infringir la ley por ti.
Cosmética del enemigo
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La historia se desarrolla en el contexto histórico actual y en el espacio cerrado de un aeropuerto. El empresario Jerome Angust escucha el anuncio de que su vuelo sufre un retraso sin determinar y, en medio de su indignada espera sin recibir explicaciones, se encuentra con un inesperado y molesto interlocutor que le dará conversación a pesar de su manifiesta resistencia: Texton Texel. 

Amélie Nothomb no elige al azar el nombre del inoportuno personaje: de hecho, expone que la palabra 'texto' proviene del latín textere, que significa 'tejer'. De ello se deduce que el texto es, en primera instancia (y como el propio coprotagonista explica), un tejido de palabras.

La intensa conversación a cuyo terreno Texel tratará de derivar constantemente a Angust le enfrentará a éste a sus más ominosos fantasmas. «El genio de Amélie Nothomb nos da la llave de la última puerta de un subconsciente cargado de dramas. Y, sin embargo, no queda más remedio que reír. ¡Qué bendición, en estos tiempos que corren!», mencionan en Le Parisien.

La cosmética, ignorante, es la ciencia del orden universal,
la suprema moral que determina el mundo. 
No es culpa mía si las esteticistas han recuperado esta admirable palabra.
La novela de no más de noventa y seis páginas se desarrolla exclusivamente en un diálogo entre dos personajes (algo bastante habitual en los escritos de la literata) y la intromisión de un tercero como agente de seguridad del aeropuerto, del que la autora se servirá para el desenlace.

Como expresa la edición que he leído y con lo que estoy completamente de acuerdo, «en una prosa de una contundencia sin parangón en el panorama de las letras europeas de hoy, Nothomb muestra su extraordinaria capacidad para poner al descubierto la parte más oscura e inquietante de nuestro mundo cotidiano, incluso en la zona en la que más a salvo nos sentimos».La autora, según dicen, fascinada por la fealdad y la monstruosidad del espíritu humano, ha sido tachada de un estilo mordaz, pedante y con mucho carácter.

El texto, que me ha fascinado, ha sido llevado al teatro en numerosas ocasiones.

Anecdotario

Como anécdota os cuento que Cosmética del enemigo se convirtió en el gran acontecimiento del otoño de 2001 en Francia, donde se agotó en la primera semana una tirada de 150.000 ejemplares. 

Lo que dice la crítica

«Imposible aburrirse con esta escritora. Ya se trate de sus recuerdos, como en Estupor y temblores, o de su imaginación, como en Cosmética del enemigo, siempre da en la diana. No se trata de originalidad, sino de talento», dice de su trabajo Paris Match.

«Brutal historia que te golpea y te obliga a acabarte el libro en cuatro horas. Extraordinaria», dice Albert Espinosa.

Opinión personal

Un texto cercano, ágil, sorprendente, con un lenguaje interesante y un hilo conductor que atrapa desde la primera línea. Lo recomiendo sin lugar a dudas, a ser posible, leyéndolo del tirón para no perder un sólo rayo del paseo de luces y sombras por el que la escritora nos lleva de la mano.

Editorial y precio

La edición que he adquirido de Anagrama cuesta en tapa blanda 10,45 €.

Fuentes

Cosmética del enemigo, de Amélie Nothomb. Segunda edición, Anagrama Panorama Narrativas